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Columna
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EE UU y el déficit comercial

Hace una década o dos, un déficit comercial en EE UU del 4,9% del PIB habría sonado alarmante. Cuando este indicador clave del equilibrio económico global cayó a -3,3% en 1985, se habló mucho de las graves consecuencias para la posición global de EE UU. Pero pese a esta cifra, el índice ha mejorado desde el -6,1% en 2005. Muchos inversores están preparados para decir que el desequilibrio está casi corregido.

Según los nuevos estándares, los últimos datos de junio eran alentadores. El déficit mensual cayó desde 59.200 millones de dólares a 56.800. Es cierto que el gráfico, más suavizado, de la media a tres meses apenas se ha movido desde noviembre de 2006, pero ha bajado un 10% desde su cima hace 12 meses. Con el PIB nominal de Estados Unidos subiendo sin parar, parece que el problema se está esfumando.

La debilidad del dólar es responsable de gran parte de la mejora. El índice de la Reserva Federal, ponderado según el comercio exterior, ha caído un 26% desde 2002, una bajada que ha permitido a las manufactureras de EE UU ganar parte del pastel en casa y en el extranjero. El alza de precios de las commodities ha ralentizado el proceso, pero EE UU está algo protegido porque produce una mayor parte de sus propias materias primas que la mayoría de sus socios comerciales más importantes.

Pero la caída del dólar parece haberse detenido, al menos de momento. Ha subido un 7% frente al euro en un mes, y -más significativo para el déficit- el índice ponderado según el comercio exterior detuvo su caída en marzo. A menos que el dólar reanude su bajada, dejará de realizar el trabajo más duro.

Eso deja otros dos caminos hacia el equilibrio en la balanza comercial. Si EE UU se dirige a una recesión mientras el resto del mundo vive prósperamente, sus importaciones caerán, mientras que sus exportaciones crecerán. En todo caso, sin embargo, parece que EE UU está creciendo más rápido que gran parte del resto del mundo.

El último, y el más duradero, camino hacia delante para EE UU es volverse más competitivo internacionalmente fabricando más productos con un alto valor añadido. El esperado aumento de China, que el año que viene se convertirá en el mayor productor de manufacturas del mundo, subraya la necesidad de competir al nivel más caro y sofisticado. Pero a juzgar por su balanza comercial, EE UU ha estado en un relativo declive durante tres décadas. El camino hacia arriba no será fácil.

Por Edward Hadas

Un optimista fuera de lugar

Rick Wagoner está aventurero. El jefe de General Motors está preparado para la guerra y calcula que el fabricante de coches podría, al menos operacionalmente, haber pasado lo peor, según una entrevista en el Financial Times. Pero son tiempos extraños para ser optimistas.En realidad, el fabricante líder de Detroit ha hecho mucho para reconducir su agobiante estructura de costes y sobrecapacidad. Ha reducido sin miramientos a la mitad su mano de obra sindicada desde 2005 y conseguido traspasar su responsabilidad sobre 60.000 millones de dólares o más de sus pasivos consolidados en seguros médicos del sindicato United Auto Workers. Wagoner anunció el mes pasado más recortes de gastos, incluyendo la reducción de un quinto del personal asalariado.Quizás tenga razón en que GM ha adelgazado lo suficiente. Pero él y sus lugartenientes no tienen un gran historial de predicciones optimistas. Por ejemplo, a principios de 2005 previeron unas ganancias de 10 dólares por acción para 2007. Por el contrario, GM ha registrado más de 50.000 millones de dólares en pérdidas, incluyendo el primer semestre de 2008.Tales predicciones fueron hechas mientras la industria, más allá de Detroit, estaba teniendo una buena actuación. Ahora, los rivales de GM también están sufriendo. Toyota se ha visto forzada a despojarse de parte de su personal y reducir drásticamente las previsiones de beneficios, en parte porque le alcanzaron en la historia de amor de América, los SUV, que significaron el 40% de sus ventas en EE UU el año pasado, pese a ser un tercio menos que GM.Mientras tanto, la crisis crediticia está dañando las operaciones de leasing en el mundo entero, incluyendo a BMW, donde significaron el 60% de sus ventas norteamericanas, y causando que muchas firmas lo reduzcan. Con menos opciones financieras no sería sorprendente que las ventas de coches siguieran cayendo. Son malas noticias para todos, pero más problemáticas para GM, que ya estaba perdiendo dinero e intentando reducir distancias en tiempos mejores.Por George Hay

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