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Cinco Sentidos

Los grandes nombres de la filantropía

Los nuevos multimillonarios donan en vida y ponen todo su talento empresarial al servicio de los más necesitados.

Es una bendición que los nuevos multimillonarios norteamericanos consideren una grosería dejar a sus hijos esas fortunas de vértigo que han labrado en los últimos años. O tal vez sólo se trate de lo mismo de siempre; de anglosajones que llevan décadas leyendo con devoción a Andrew Carnegie y consideran la filantropía un rasgo distintivo de su identidad cultural…

Sea lo que sea, lo cierto es que los programas de donación como los de Bill Gates, Warren Buffett, los Omidyar (e Bay), Gordon Moore (Intel) o, al otro lado del Atlántico, en la vieja Inglaterra, Anita Roddick, la fundadora de Body Shop recientemente fallecida, se están extendiendo como modelo a lo largo y ancho del mundo capitalista, llegando incluso a la lejana Asia. Allí, la clase empresarial emergente cuenta ya en nómina con ricos filántropos de la talla de Li Ka Shing (Hong Kong), Anil Agarwal (India) o Yang Huiyan (China). Y también a Arabia, con benefactores como Rania de Jordania, conocida casi más por su labor filantrópica que por su belleza, o el saudí Al Waleed Bin Talal, dueño de un Airbus 380 cubierto de oro.

Ellos son las estrellas de una larga lista de personalidades y hombres de negocio (Forbes acaba de publicar la relación de los 48 filántropos asiáticos más destacados) que han decidido devolver a la sociedad, cuando aún pueden ver cómo cambia el mundo, un suculento trozo de su fortuna personal. Agarwal ha gastado nada menos que 645,1 millones de euros en levantar una universidad de élite en la India para competir con Stanford, Harvard y Oxord, Li Ka Shing ya ha anunciado que dejará una tercera parte de sus 20.645 millones de euros para obras de caridad y Yang Huiyan, el hombre más rico de China, ha donado 20,6 millones de euros en el último año.

En EE UU la suma de las donaciones alcanza el 2,2% del PIB

'La idea es resolver antes que dar', dice Carlos Slim

'El creciente entusiasmo por la filantropía en vida es, en gran parte, consecuencia de la rápida creación de riqueza durante los últimos años y de su desigual distribución. Actualmente el mundo cuenta con 691 multimillonarios, de los cuales 388 han hecho su fortuna ellos mismos; y sus donaciones superan con mucho las que hicieron en su momento John D. Rockefeller, Olivia Sage o Andrew Carnegie', señala Izabela Barlinska en el libro La Filantropía: Tendencias y Perspectivas, que ha dirigido el profesor Víctor Pérez Díaz (Fundación Profesor Uría).

La ola de riqueza desencadenada por la revolución de las tecnologías de la información y las comunicaciones en las postrimerías del siglo XX ha creado una generación de multimillonarios jóvenes, de 30 o 40 años, que no necesitan esperar a la conclusión de sus carreras profesionales para iniciar sus actividades filantrópicas. 'Es más, han decidido ser a un tiempo, empresarios y filántropos', recuerda Joaquín López Novo, profesor de Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Acostumbrados a fijar objetivos rigurosos de evaluación, a rendir cuentas y a ser eficaces, los nuevos benefactores tratan de rentabilizar al máximo el impacto social de sus acciones, al igual que antes trataron de maximizar el valor de las acciones de sus empresas. 'La idea es realizar y resolver cosas antes que dar', dijo no hace mucho tiempo el multimillonario mexicano, Carlos Slim, la segunda mayor fortuna del mundo, después de Warren Buffet, tras donar 290 millones de euros a obras sanitarias e investigación.

Pero se da una circunstancia añadida a esta filantropía de nuevo cuño, el filantrocapitalismo encarnado en figuras como Bill Gates, Warren Buffett y sus seguidores es hoy una fuerza motriz de la propia economía: 'Promotora de ideas e iniciativas que los Estados no se atreven a respaldar, la filantropía se percibe como generadora de un circuito virtuoso que produce beneficios de distinto tipo para toda la sociedad, no sólo para aquellos que están más necesitados', dice Elisa Chuliá, profesora de Ciencias Políticas de la UNED.

Acción social, sí, pero también espectáculo. En los tiempos que corren, la filantropía no podía quedar al margen del circo mediático. Bono, el solista de U2, es donante, Sting trabaja desde hace años para importantes causas humanitarias, la celebérrima presentadora norteamericana Oprah Winfrey forma parte del club de estrellas de la filantropía y la fundación Spielberg es una de las instituciones más activas de Estados Unidos.

Pero hay una bellísima mujer que aventaja a todos ellos por su activismo social: Angelina Jolie. La actriz ha declarado que dona a causas humanitarias un tercio de sus ganacias. Y en la última lista publicada por la revista Time aparece en el puesto número uno del ranking, por delante de magnates como Yu Panglin (Hong Kong), famoso por haber comprado la mansión de Bruce Lee, el recientemente fallecido John Templeton, David Rockefeller o George Soros.

Ajena a la crítica, esta mujer y su pareja, el actor Brat Pitt, son hoy mismo noticia de primera plana por mezclar espectáculo y beneficencia. Dos revistas, People y Hello!, publican las fotografías de sus dos tiernos retoños, Knox Leon y Vivienne Marcheline, y dicen los mentideros rosas que la pareja destinará a obras sociales el dinero cobrado por las exclusivas, la desorbitada cantidad de 6,6 millones de euros.

Estados Unidos es el espejo donde se miran los grandes benefactores internacionales. Según las estimaciones del informe Living USA 2007, las contribuciones filantrópicas totales realizadas en los Estados Unidos alcanzaron la cifra de 190.322 millones de euros, o lo que es lo mismo, el 2,2% del producto interior bruto. Sólo 25 países del mundo presentan un PIB superior al dinero que los norteamericanos dedican a obras filantrópicas y esta cifra supera el valor de capitalización bursátil de Microsoft.

También los grandes donantes españoles han vuelto la vista hacia Norteamérica. A pesar de que éste es un movimiento novísimo, la ley data de 1994, las ayudas fiscales 'son insignificantes', dice Marta Rey, directora de la veterana fundación gallega Pedro Barrié de la Maza. Además se desconoce, a día de hoy, cuánto dinero mueven las 8.000 fundaciones en activo, como reconoce la Asociación Española de Fundaciones.

Todavía no existen filántropos al estilo de Bill Gates o Warren Buffett, pero en los últimos años el número de ricos ha crecido espectacularmente en nuestro país. De hecho, mientras en el año 1997 el único millonario que aparecía en la lista de la revista Forbes era Emilio Botín, diez años más tarde, en 2008, se mencionan 18 españoles entre las personas con una fortuna de más de 645,1 millones de euros: Amancio Ortega, Rafael del Pino y familia, Alicia Koplowitz, Manuel Jove, Esther Koplowitz, Isak Andic, Rosalía Mera, José María Aristrain, Emilio Botín, Florentino Pérez, Juan Abelló, Gabriel Escarrer. Enrique Bañuelos, Luis Portillo, Alberto Cortina, Alberto Alcocer, José Manuel Loureda y Luis del Rivero.

'Pero estos españoles son menos generosos que los ricos americanos', dice Elisa Sánchez Pérez, economista e historiadora del BBVA. De hecho, sólo han constituido fundaciones personales Amancio Ortega, Rosalía Mera, las Koplowitz y Rafael del Pino, antes de su muerte. Manuel Jove lo ha hecho en memoria de su hija María José, fallecida, y Juan Abelló, como un homenaje a su padre. 'Es más, en España, la financiación que las entidades no lucrativas obtienen gracias a donaciones privadas proviene principalmente de las clases medias', concluye Sánchez Pérez.

Educación y salud, obsesiones millonarias

Las iniciativas individuales se pueden contar en España con los dedos de la mano, pero su entusiasmo, y la entidad de los proyectos en los que están embarcadas, intentan suplir su escasa representatividad.Es el caso de la Fundación Rafael del Pino, que se constituyó hace tan sólo ocho años con una dotación inicial de 114, 3 millones de euros y la vocación de formar a las élites. El próximo año duplicará, hasta los seis millones de euros, los fondos destinados a labores sociales. 'Nos sentimos orgullosos de todos nuestros proyectos, pero si hay que destacar alguno, sin duda son los dirigidos a mejorar las condiciones de vida de los lesionados medulares y los enfermos de cáncer', dice Amadeo Petitbó, director general. No hay que olvidar que Del Pino pasó los últimos años de su vida paralítico por un accidente.Las Koplowitz, Esther y Alicia, también están volcadas en resolver problemas de salud. Esther Koplowitz, cuya fundación ha gastado hasta la fecha 73 millones de euros en diversas causas filantrópicas, ultima la construcción de una residencia para disminuidos físicos y psíquicos mayores de edad en Valencia y trabaja en la ampliación (junto a El Despertar) de un centro para paralíticos cerebrales severos. La Fundación que preside su hermana Alicia, tras donar en 2005 a Madrid un centro para pacientes con esclerosis múltiple 12 millones de euros, centra hoy sus esfuerzos en paliar los problemas mentales de los más pequeños.La casualidad ha querido que Galicia sea sede social de tres importantes instituciones: La Fundación Paideia (Rosalía Mera), la Fundación Amancio Ortega, constituida en 2001 con una dotación inicial de 60 millones de euros, y la Fundación Pedro Barrié de la Maza. El primero en dar el paso fue el fundador de Fenosa, que en el año 1968 destinó 3.300 millones de pesetas a levantar la institución y promover la excelencia educativa. En la actualidad, la fundación Pedro Barrié, que dirige la economista Marta Rey, se encuentra entre las 10 instituciones más importantes de Europa, como la Fundación Robert Bosh (Alemania), la Wellcome Trust (Gran Bretaña) o la portuguesa Calouste Gulbenkian.-'No tenemos que envidiar en absoluto a las americanas. Hay vocación de permanencia, contrastamos nuestros proyectos, huimos de la caridad y hacemos grandes esfuerzos por mantener el valor real del patrimonio, a pesar de la inflación', dice.

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