Arreglar los platos rotos
Nuño Rodrigo (24-07-2008)
La expresión business friendly es un tanto redundante en la medida en que los políticos raramente desarrollan políticas que vayan en contra del tejido empresarial. Cuando menos se puede decir que raramente lo perjudican aposta. Pero la expresión está ahí, y está ganando nuevas acepciones a medida que el monstruo subprime siembra el pánico en el sector financiero. No son sólo rescates bancarios, bajadas de tipos de emergencia o financiación barata aceptando colaterales que el mercado no tiene en gran estima.
La decisión de la SEC estadounidense de limitar las ventas a descubierto en el sector financiero supone un apoyo de nuevo cuño, protegiendo al sector de las iras del propio mercado. Y se trata de una medida aparentemente eficaz: la escalada de Wachowia el día que recortó el dividendo -pasó de caer el 10% en la apertura a subir más del 25% en el cierre- resulta sorprendente dada la sensibilidad del mercado a las malas noticias. Y en un mercado tan nervioso como sesgado, no es de extrañar que se aceleren los movimientos que cuentan con viento de cola por parte de los supervisores.
En paralelo, esta misma semana se debate establecer ciertas cortapisas a la especulación en el mercado de futuros sobre energía para paliar, en la medida de lo posible, la escalada de los precios. O para garantizar que ésta se deba a factores puros de oferta y demanda.
Siempre habrá argumentos poderosos tanto a favor como en contra; el mercado tal y como está configurado tiene efectos secundarios negativos, pero las apuestas bajistas son, también, una forma de poner en precio los riesgos. Ahora, lo que escama es que los poderes públicos sólo se acuerdan de iniciativas como éstas cuando truena, y mucho. Y podrían haber sido innecesarias si, desde un primer momento, el juego del mercado hubiese sido suficientemente transparente. Pero es en lo que consiste la política business friendly: si todo va bien no se toda nada, y si va mal se pide ayuda.