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Tribuna
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Navegar entre turbulencias

En tiempos de incertidumbre como los actuales, los inversores acuden en busca de valores que ofrezcan refugio y crecimiento, destaca el autor. Unas características que, en su opinión, son más fáciles de encontrar en las pymes, por su mayor potencial de revalorización en momentos de cambio de ciclo

Los inversores tienen razones para estar preocupados. La situación de los mercados de valores internacionales y el comportamiento de las Bolsas, de un tiempo a esta parte, justifica la preocupación.

No sabemos aún si se avecina una crisis o una recesión, o si todo se quedará -ojalá sea así- en un susto. Tampoco conocemos el calendario de lo que tenga que ocurrir. Pero los mercados son, por definición, cautos, y en tiempos de incertidumbre los inversores se replantean sus estrategias en busca de valores que ofrezcan refugio y crecimiento, dos variables que no coinciden fácilmente en un mismo valor.

Es como navegar en medio de una tormenta. El navegante necesita una embarcación que le garantice protección ante la galerna y que al mismo tiempo le lleve a puerto. ¿Un transatlántico, un superpetrolero? En términos estrictamente marinos, tal vez sea eso lo más conveniente pero, en el mundo de la empresa, si fue así en algún momento, cada vez lo es menos.

Lo importante en tiempos revueltos es la capacidad de respuesta operativa, es decir, la flexibilidad para reaccionar con agilidad e inmediatez a los obstáculos que aparecen en el camino. Lo importante es tener engrasados los mecanismos que permiten navegar en una mar revuelta. Y esas características son más fáciles de encontrar en empresas de pequeña y mediana capitalización que en los grandes blue chip que lideran los mercados.

Muchas grandes empresas adolecen, en la actualidad, de ciertos lastres que no resultan muy adecuados para las travesías turbulentas. La obsesión por el tamaño las ha hecho endeudarse en exceso, a veces más allá de la lógica empresarial estricta: son por tanto vulnerables a los avatares externos, al menos más vulnerables que empresas con menos volumen, pero que cuentan con crecimiento edificado sobre bases firmes, con menor endeudamiento y con menores riesgos de mercado.

Las empresas pequeñas y medianas tienen un gran potencial de revalorización en los momentos de cambio de ciclo. Al comienzo de un ciclo alcista, aunque en ocasiones les cuesta arrancar, se ven favorecidas por el tirón de la economía, que les proporciona impulso y les ayuda a crecer. Cuando el ciclo está en su punto álgido, vuelven a tener un gran potencial de revalorización porque las grandes están sobrevaloradas y los ajustes de precio obligan a los inversores a buscar otros valores. Esta situación de corrección es la que estamos viviendo en estos momentos.

Para el inversor a largo plazo, el que busca rendimientos sostenidos a su inversión, el verdadero interés se encuentra, entre otras, en las empresas de pequeña y mediana capitalización, siempre que tengan sus deberes hechos, es decir, que estén bien gestionadas, que cuenten con un balance sólido y saneado y que tengan su actividad diversificada en diferentes mercados. En suma, empresas con capacidad de generación de beneficios y resistencia al cambio de ciclo.

El problema, sin embargo, con el que se encuentran las empresas medianas y pequeñas es que tienen limitada su visibilidad. A la sombra de las grandes, los inversores apenas se detienen en ellas. En parte porque los indicadores están demasiado condicionados por los valores de relumbrón, y en parte también porque es difícil encontrar informes de análisis centrados en el segmento de las empresas de pequeña capitalización.

La mayoría de los analistas de las grandes casas de Bolsa, al igual que las grandes gestoras de fondos, tienden a centrar su atención en los valores de gran capitalización. Es comprensible que así sea, pero esa percepción desequilibrada termina distorsionando la realidad del mercado, mucho más complejo y polivalente de lo que muchas veces se refleja.

Juan José Nieto. Presidente de Service Point Solutions

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