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Tribuna
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El fax no pasa de moda

Dice la Sociología que aquellos objetos realmente útiles son aquellos que nunca pasan de moda, aquellos que con el paso de los años permanecen y se adaptan a las necesidades de quienes los utilizan. Y en la sociedad de la información, la necesidad del hombre de saber y dar a conocer con la mayor brevedad posible. Es el tiempo el punto que marca la inflexión entre lo práctico y lo obsoleto, es por tanto el motor de la evolución tecnológica. En esta búsqueda incansable de la inmediatez, en cada nuevo avance de la ciencia se quedan atrás viejas tecnologías cuyo principal valor ha sido, sin duda, el haber contribuido al desarrollo de las presentes.

Otras, en cambio, se niegan a caer en el olvido, permanecen vivas, ajenas al paso del tiempo, aunque muchos se empeñen en acabar con ellas para dar paso a las siempre nuevas nuevas tecnologías. Muchos son los que hace décadas se aventuraron a anunciar los últimos días de la radio cuando irrumpió en todos los hogares la televisión, pero manteniéndose fiel a sus principios, goza de mejor salud que nunca. Porque si importante es la inmediatez cuando hablamos de información, más lo es la credibilidad. Más recientemente se ha temido que la telefonía fija desapareciera bajo las redes de comunicaciones móviles pero ambas, años después, parecen convivir en armonía. Y lo mismo le ha sucedido al fax con la popularización de internet y el correo electrónico.

Curiosa es por cierto la historia del pantelógrafo, que era como se le conocía en tiempos de Napoleón III. Rondaba 1865 cuando emperador planeó una red que pretendía unir las principales ciudades de Europa con esta tecnología. ¡Sí, a mediados del siglo XIX! Pero más sorprendente aún es que la patente es dos décadas anterior y su presentación en sociedad tuvo lugar en la Exposición Mundial de Londres de 1851, cuando ante los ojos de la reina Victoria se consiguió transmitir una imagen de Manchester a Londres en poco menos de siete horas. Una demora inaceptable hoy en día, pero asombrosa para su tiempo.

Durante casi un siglo, el fax pasó desapercibido para el gran público mientras estas otras tecnologías evolucionaban y se popularizaban. Algunas aplicaciones comerciales, como las puestas en marcha por la Western Union en 1948, que consiguió vender en un año 38.000 máquinas de su llamado Desk Fax, propiciaron su desarrollo. Las velocidades se redujeron de las siete horas por página al minuto con la introducción de la tecnología japonesa en los años ochenta, y su coste, de 6.000 euros a poco más de 300. Con esta drástica reducción de los tiempos de espera y de los costes se consiguió entrar de lleno en un mercado en donde lo más importante es saber y dar a conocer inmediatamente, en la sociedad de la información. Sí, hasta 1983 se habían vendido en todo el mundo poco más de 300.000 aparatos, la cifra llegó a los 4 millones antes de que terminara 1988. Esta euforia inicial multiplicó en los años siguientes el número de faxes vendidos en un mercado que desde entonces, pese a lo que pueda parecer, no ha dejado de crecer. En la actualidad, en España, su crecimiento es de en torno al 8% anual y se espera que en 2008 se comercialicen más de 220.000 unidades.

Durante estos más de 150 años de historia, el fax ha tenido que competir con todas las tecnologías de la información que han salido a su paso: primero con el telégrafo y el teléfono; después, con la radio, y, por último, con internet y el correo electrónico. En este tiempo, a cada aparición de una nueva tecnología le seguía un presentimiento de su rápida desaparición. Por sus características y frente al correo electrónico, su actual amenaza, el fax se muestra rápido y seguro.

Y es precisamente la seguridad la que definen los sociólogos como necesidad fundamental del ser humano. En la actualidad, el fax puede estar reconocido por la ley, puede ser admitido como prueba, mientras que los e-mails, por el momento, no gozan de este privilegio.

Justo Cuadrado. Director general de Brother Iberia

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