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El mercado es una cuestión de fe

Nuño Rodrigo (02-04-2008)

Es una cuestión de fe. De caminos inescrutables. O se cree al mercado o no se le cree; no se pueden pedir explicaciones, justificaciones o pruebas de su omnisciencia. Las contradicciones o las aparentes injusticias no son sino una prueba, un test de la fortaleza con la que se abraza la fe en el mercado.

Sólo desde la fe en el mercado se pueden entender comportamientos como el de la jornada de ayer. El operador se acuesta con el runrún de que la cena le va a sentar mal. Y acierta. UBS acometerá una ampliación de capital por varios miles de millones de dólares para cubrir pérdidas de similar magnitud en activos contaminados por la crisis, va a dimitir un responsable y los que quedan se conjuran para que no vuelva a suceder, porque 'esto no es lo que parece'. Nada nuevo bajo el sol. La cantidad es lo de menos y, de hecho, pocos analistas recuerdan el número veces que UBS ha repetido el sobado guión de ayer.

Desayunamos después con Deutsche Bank, que aprovecha que los focos están en Zúrich para echar tippex sobre diez dígitos en su balance y almorzamos con Lehman que, pese a ser presuntamente un banco sólido como el alabastro, ha decidido ampliar capital. ¿El resultado? Subida del 3,24% en el Ibex y del orden del 3,5% en Europa.

No está mal para empezar abril. El dato ISM de gestores de compras de Estados Unidos pintaría de maravilla para argumentar el repunte de la Bolsa, si no fuera porque los bancos han sido, precisamente, los líderes de la subida. UBS ha ganado el 11,81%... Lo que se están perdiendo Santander o BBVA por no tener activos subprime.

Ironías aparte, tampoco es momento de despreciar la subida del mercado, sean cuales sean los motivos que están detrás, la Bolsa tiene una sorprendente capacidad para convertir palabras en hechos. Cierto es que subidas tan repentinas sólo se producen como consecuencia del cierre masivo de posiciones cortas. Pero no es menos cierto que desde hace una semana, más o menos, en el mercado se percibe un cierto temor a perderse un eventual rebote de la Bolsa. Las malas noticias de la banca tienen, además, una ventaja: podrían ser peores y una vez conocidas y descontadas aclaran el escenario, aunque sea sólo durante una o dos semanas.

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