Dime que vino tomas y te diré cómo eres
Hace unos meses hice un curso de cata de vinos. En buena hora. No es que aprendiera mucho ni que me haya convertido en una experta. Nada más lejos de la realidad. De lo que me sirvió fue para aprender unas vagas nociones y no ser una analfabeta en esta materia. Pero lo más triste de todo es que, a partir de ese momento, me dedico a analizar al que tengo enfrente por el vino que elige.
He descubierto que el vino que se toma refleja, en parte, el carácter y los gustos de las personas. Suelo tener bastantes comidas de trabajo y si puedo delego esa tarea, aunque no siempre lo consigo porque hay mucha gente, sobre todo los varones, que para darte un poco de cancha en la mesa te pide que elijas el vino. También es cierto que, independientemente de la calidad del vino, me gusta apostar por cosas nuevas y por añadas recientes, lo que conlleva ciertos riesgos porque no siempre aciertas. Y siempre evito los tradicionales riojas y riberas.
Muchas veces cuando no conozco a la persona con la que comparto mantel, me hago mi propia composición mental de cómo será, y sobre todo cómo se comportará en la empresa, por la elección del vino. Si la elección es de un vino clásico, amaderado, con bastantes años en botella y sobre todo conocido, estamos ante una persona un tanto convencional, segura de sí misma, poco dada a innovaciones, de las que cuando viaja siempre desconfía y coge el taxi en vez del metro. La conversación discurrirá en el mismo tono que el vino, sin sobresaltos, de manera correcta. No exagero. Si la elección es un vino de la casa, la comida y la cita corresponde a un puro trámite. La persona, un tanto insegura, irá al grano en el tema que quiere despachar. Y listo.
En cambio, si opta por alguna novedad o por alguna zona vinícola o bodega en despegue, suele ser alguien divertido, con bastantes temas de conversación en la cartera y con inquietudes tanto profesionales como personales. Se trata de una persona, sin duda, bastante erudita. No se puede simplificar ni generalizar tanto en los análisis como yo hago, pero es una manera de evasión, un tanto superficial, como otra cualquiera, la de intentar estudiar al que tienes enfrente por lo que toma. Y no cuento lo que pienso si en vez de tomar vino, la otra persona sugiere tomar agua. O coca cola. Para eso, lo siento, no tengo palabras.