El talonario de la Reserva Federal
Esta semana, las Bolsas han estado marcadas por el talonario de la Fed. La Reserva Federal, ayudada por otros bancos centrales, ha volcado sus esfuerzos en desactivar los rumores que anunciaban una quiebra inminente de alguna entidad financiera o broker en Estados Unidos. Se apuntaba al fondo Carlyle Capital y al banco de inversión estadounidense Bear Stearns.
El viernes, la Reserva Federal tuvo que acudir en ayuda de este último en una operación que muy pocas veces ha realizado el banco central de Estados Unidos. Durante 28 días, y con JP Morgan como banco intermediario, Bear Stearns tendrá financiación ilimitada desde la Fed. El quinto banco de inversión más grande de EE UU reconoció el viernes que tenía problemas de liquidez, aunque también matizó que los rumores habían provocado que muchos clientes y proveedores retirasen efectivo con el consiguiente crac financiero. El banco se derrumbó en Bolsa, llegando a bajar hasta un 50%, aunque al final se fue moderando.
Se trata del primer gran banco de inversión con serios problemas de supervivencia. Hasta ahora, el efecto de las subprime se había circunscrito a un evidente deterioro de las cuentas de resultados, que ya es mucho. Pero en este caso, la Fed ha tenido que ir más allá y apuntalarlo con un línea de crédito sin parangón. Se desconoce cuánto dinero tendrá que inyectarse, pero no deja de sorprender que no se pida alguna contraprestación al banco, como una ampliación de capital o buscar alguna otra fuente de liquidez. En definitiva, son dueños de sus errores.
En cualquier caso, se comprende que en una Bolsa tan volátil, la decisión de la Fed haya caído como una losa. Es el remate de una semana que se ha movido a base de titulares, espoleada por la decisión de la Fed el martes de poner a disposición del sistema financiero otros 200.000 millones de dólares para garantizar liquidez a los bancos. Si es cierto que corresponde a la Reserva Federal velar por la fortaleza financiera de los bancos americanos, no lo es menos que sus sucesivas inyecciones de liquidez al sistema parecen caer en un saco sin fondo.
Y una evidencia de ello es el comportamiento bursátil. El viernes, una vez más, las entidades financieras fueron los valores más afectados, sin ningún tipo de distingo, algo que viene perjudicando a los bancos españoles cuyas cuentas de resultados no se han visto afectadas por la crisis subprime.
Por plazas, Madrid ha saldado la semana como uno de los mercados menos castigados. De hecho, el Ibex 35 subió un 2,6%, la mejor semana en un mes. El tirón de los valores energéticos, un sector que podría volver a vivir movimientos corporativos en breve, una vez despejado el panorama electoral, sirvió de bálsamo. Y así lo destacan los analistas, que cuando levantan la cabeza también coinciden en destacar otro aspecto positivo de la Bolsa española: el marcado carácter internacional de las empresas que componen su índice estrella. El pasado año, casi uno de cada dos euros que facturaron de media las 35 sociedades del Ibex se generó fuera de España. Esta diversificación geográfica es una de las cualidades que más gusta al inversor, ya que implica una dilución de los riesgos.