El coste del crudo y la inflación
La fuerte dependencia que la economía española tiene del petróleo pasa una mayor factura sobre la inflación que en otros países de la UE. Según los cálculos del Banco de España, cada vez que el barril sube un 10%, la inflación aumenta en dos décimas. Así, al IPC del 4,4% de febrero le habría aportado dos décimas y media, ya que el crudo ha pasado de 85 dólares por barril a 100 en el mes, algo más del 13% de incremento.
El precio del petróleo es una variable internacional que escapa al control de los Gobiernos. Sin embargo, sí está entre sus deberes ayudar a los bancos centrales a evitar que esas subidas descontrolen el IPC. Por ello hay que incidir en los factores que provocan ese sobrecoste para el bolsillo de las empresas y los ciudadanos españoles. En España uno de los principales retos en combatir la limitada eficiencia energética comparada con la Unión Europea, y que se traduce en un consumo por unidad producida muy superior de energías procedentes de combustibles fósiles.
Si España quiere corregir este sesgo de dependencia petrolífera, debe diseñar un sistema de abastecimiento energético más diversificado y eficiente. Sólo así las empresas estarán más liberadas de los costes del crudo y la repercusión en los precios de sus manufacturas será notablemente menor. Además, es urgente que los consumidores domésticos acoplen sus hábitos de consumo a la carestía de la energía, en vez de mantener una política tarifaria engañosa que cubre con impuestos lo que no se abona en el recibo, que paga con un bosillo lo que se cree que se ahorra en el otro.
El control de la inflación nunca se ha logrado con réplicas secundarias al fenómeno, sino con políticas que eviten que la raíz del problema medre a sus anchas.