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Tribuna
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Elecciones de EE UU bajo la recesión

Las elecciones presidenciales más apasionantes de las últimas décadas están teniendo lugar en Estados Unidos bajo la amenaza de la recesión económica. Los últimos datos de actividad son preocupantes. De acuerdo con el índice de la Universidad de Michigan la confianza entre los consumidores norteamericanos ha caído a un 69,6 este mes de febrero (estaba en el 78,4 en el anterior enero), y está a los niveles más bajos desde febrero del año 1992. Al mismo tiempo, la Reserva Federal (Fed) acaba de anunciar que la producción industrial prácticamente no aumento en el mes de enero (sólo un 0,1%), lo que indica que se esta produciendo un debilitamiento en la confianza de los consumidores y los empresarios. .

La economía estadounidense ya se estanco prácticamente en el último trimestre del pasado año 2007 cuando el producto interior bruto sólo creció un 0,6%, lo que confirma que la crisis del sector inmobiliario se está trasladando a otros sectores y está empujando a la economía hacia la recesión.

Analistas de la Reserva Federal de Filadelfia estiman que el riesgo de recesión es ya del 47% (era del 22,5% en el pasado noviembre), y prevén que el ritmo lento de crecimiento se mantenga y que durante el primer trimestre se acerque a la zona negativa.

En medio de todas estas incertidumbres están teniendo lugar las elecciones primarias en los partidos Demócrata y Republicano. Hace sólo unos meses la guerra de Irak, el terrorismo, y la inmigración eran los temas que más preocupaban a los votantes de Estados Unidos.

Ahora sin embargo, la mejora de la situación en el conflicto de Irak ha relegado la guerra a un segundo plano, mientras el severo deterioro del mercado de la vivienda y la volatilidad de los mercados bursátiles han convertido a la economía en el tema estrella de la campaña, lo que ha hecho que los candidatos hagan lo posible por presentarse como los defensores de los intereses de la gente de la calle (Main Street), frente a los de la sede neoyorquina de la Bolsa, Wall Street.

Hasta ahora los candidatos presidenciales de ambos partidos han sido bastante poco específicos sobre sus planes económicos. El candidato Republicano McCain defiende los postulados económicos conservadores basados en bajos impuestos y recortes del gasto público. Pese a que McCain votó en contra de las bajadas de impuestos del presidente Bush por considerarlas regresivas e inoportunas en un momento en que el país estaba en guerra, ahora ha girado a la derecha para convencer a las bases de su partido y defiende que estas bajadas de impuestos se hagan permanentes.

El pasado fin de semana anunció en una entrevista televisiva que 'en ningún caso aumentaría los impuestos,' lo que recuerda a la famosa promesa (luego rota) del primer presidente Bush de no aumentar los impuestos. McCain, que ha reconocido públicamente durante la campaña que 'los temas económicos son algo que no he entendido tan bien como debiera', está enfatizando la necesidad de controlar el gasto público para dar energía a las bases conservadoras, alienadas por la falta de control en el gasto y el aumento del déficit bajo el presidente Bush, que va a dejar un agujero fiscal de 400.000 millones de dólares (2% del producto interior bruto).

Los candidatos demócratas, los senadores Clinton y Obama, se han comprometido a eliminar las bajadas de impuestos de Bush que beneficiaron en gran medida a los contribuyentes más pudientes, y han presentado planes ambiciosos para reformar el sistema sanitario y ampliar su cobertura. Mientras que Clinton no ha presentado todavía un plan económico especifico, Obama lo acaba de presentar hace unos días. Si gana las elecciones se ha comprometido a gastarse unos 210.000 millones de dólares para crear cuatro millones de empleos en la próxima década relacionados con la construcción de infraestructuras y el medio ambiente, financiándolo con los ahorros que supondrá terminar la guerra de Irak, eliminando las bajadas de impuestos a los ricos de Bush, imponiendo una tasa a las emisiones, y con un recorte de los beneficios fiscales a empresas.

Pese a que la mayoría de los observadores esperan que la crisis económica habrá concluido para cuando el próximo presidente tome posesión en enero del 2009, cabe preguntarse como afectará a la contienda electoral. En estos momentos la crisis parece favorecer a los candidatos Demócratas que están articulando de forma más efectiva en sus programas propuestas para contrarrestar el sentimiento generalizado de insatisfacción entre los votantes, con planes de reforma del sistema sanitario, gasto en infraestructuras y educación, unas dosis de escepticismo sobre los beneficios de la globalización, y a favor de posturas más proteccionistas.

Sin embargo, si algo ha quedado claro en este campaña es que es imposible hacer predicciones. Además la historia muestra que las elecciones presidenciales no se limitan a la economía, y que en general los votantes prefieren a un gobierno dividido (con un presidente de un partido y el Congreso controlado por el otro). Si los demócratas piensan que lo tienen todo hecho porque les beneficia la situación económica, que le pregunten a Al Gore.

Sebastián Royo. Decano en la Universidad de Suffolk en Boston, director de su campus en Madrid y codirector del seminario de Estudios Ibéricos del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard (sroyo@suffolk.edu).

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