El superávit fiscal y el euro dan margen para afrontar la desaceleración
Los grandes indicadores macro denotan una situación más saneada respecto a la crisis de 1992 y 1993
Es el cambio de ciclo económico en España tan peligroso como lo pintan? Cuando desde muchos medios se habla abiertamente de crisis económica y hasta de futura recesión, puede ser útil echar una mirada a las cifras de 1992, antesala de la última fase contractiva. Durante aquel año España escenificó su salto a la modernidad con una organización ejemplar de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. Pero el PIB apenas creció un 0,7%, para llegar a la recesión del 1% en el año siguiente. Más de un millón de empleos destruidos y paro superior al 20% fueron el corolario.
Las cifras actuales tienen poco que ver con aquellas. El paro ha bajado hasta la media europea del 8%, y la población ocupada ronda los 20 millones de personas, más de ocho más que en 1992. Una garantía de ingresos futuros para la Seguridad Social, aunque con el reverso diabólico de más parados potenciales. El principal anclaje económico se encuentra en las cuentas públicas. En 1992, la deuda pública alcanzaba el 48% del PIB, y el déficit presupuestario, el 4%. La situación es hoy mucho más sana: el Estado lleva toda la legislatura en superávit fiscal, lo que, entre otras cosas, ha permitido reducir la deuda a menos del 40% del PIB. Ese ahorro otorga margen de maniobra al Estado para apostar por una de las tradicionales máximas keynesianas: elevar el gasto público para mitigar las vacas flacas en el sector privado, sin descartar recortes fiscales que estimulen la inversión y el consumo. Las infraestructuras ofrecen una solución idónea para el drenaje de empleo que ya empieza a sufrir la construcción inmobiliaria, según reflejan los últimos datos de la Seguridad Social.
Repunte inflacionista
El otro dato que ha alarmado la pasada semana es el descontrol de los precios. Con un 4,3%, el IPC armonizado alcanzó en diciembre su máximo en 12 años, a rebufo de un barril de petróleo a 100 euros y fuertes subidas en los alimentos, que están afectando al conjunto de Europa. El diferencial de frente a la zona euro, de 1,2 puntos, rebasa en sólo dos décimas la media histórica, y durante casi todo el año estado en mínimos cercanos al medio punto. Las diferencias frente a 1992 también son aquí notables: sin subidas anormales de precios energéticos, el IPC de diciembre era del 5,3%, y la media del año alcanzó el 6%, más del doble que la actual.
Por otra parte, la economía es hoy mucho más abierta: si en 1992 la suma de exportaciones e importaciones equivalía al 37% del PIB, hoy alcanza cerca del 65%, y algo parecido puede decirse de la inversión. Ello hace a España más voluble a perturbaciones exteriores (como la crisis crediticia), aunque, al mismo tiempo, le favorece más la actual recuperación europea.
La gran diferencia en términos de fragilidad es la dependencia financiera: el exceso de inversión hace galopar el déficit corriente hacia el 10% del PIB, casi el doble que en el 92. Una situación insana, pero mitigada por la pertenencia en la Unión Económica y Monetaria. El euro mantiene los flujos financieros hacia España, pese al creciente endeudamiento, y supone así el otro gran anclaje que defiende al país de las posibles turbulencias.
Por contra, ni el Gobierno ni el Banco de España son ya dueños de la política monetaria, lo que excluye la posibilidad de decretar devaluaciones competitivas, a la manera en que se hizo en 1993 (con resultados poco estimulantes, de cualquier modo).
En el ámbito político, cada cual arrima el ascua a su sardina: los portavoces del Partido Popular de necesidad de decretos con medidas urgentes, y acusan al Gobierno de malgastar la herencia del Ejecutivo de José María Aznar. Sin embargo, también aquella fase de bonanza (que arrancó en 1994, con Pedro Solbes al frente del Ministerio de Economía) sufrió un bache en 2002, cuando el PIB creció un 2% que hoy muchos tildarían de catastrófico. En el otro lado del arco, el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, dijo ayer a 'los agoreros de la desgracia' que no existe crisis económica y que el crecimiento 'sigue robusto', sin referirse a la reciente destrucción de empleo.
Las cifras avalan las posibilidades de que España capee el posible temporal, salvo las relativas al sector exterior. La salvación en este punto es la pertenencia al euro. Curiosamente, la tormenta sobre la supuesta crisis se ha abierto justo cuando Eurostat acaba de anunciar un hito histórico: los españoles generan ya más ingresos que los italianos. La mirada al 92 refleja que entonces la renta media no llegaba al 80% de la de la zona euro. Hoy supera el 95%.
Hogares. El ahorro de las familias, en mínimos históricos
La tasa de ahorro de los hogares se mantiene en mínimos históricos al situarse en el 9,9% de la renta disponible durante el tercer trimestre de 2007, tres décimas menos que en el periodo precedente. Esa cifra, que se calcula tomando como referencia los últimos cuatro trimestres móviles, es la más baja de la serie histórica de que dispone el Instituto Nacional de Estadística (INE). Según estos datos, que se remontan a finales de 2000, los niveles máximos de ahorro de los hogares se alcanzaron de 2002 a 2004 con una tasa del 12,2%, informa Raquel D. Guijarro. Pese al bajo ahorro de las familias españolas, algunos expertos coinciden en destacar que la desaceleración económica conlleva una importante moderación del consumo, lo que previsiblemente hará repuntar en alguna décima la tasa de ahorro los próximos meses.Según la estadística del tercer trimestre sobre cuentas no financieras trimestrales de los sectores industriales, publicada ayer por el INE, las cifras que arroja aún responden al modelo de crecimiento anterior, en el que las familias consumían mucho, aumentaban su necesidad de financiación por la alta inversión en vivienda y reducían su ahorro. Esta situación, según los analistas, empezará a corregirse en próximas estadísticas, por lo que la caída de la tasa de ahorro se frenará este año.Para Gregorio Izquierdo, del Instituto de Estudios Económicos (IEE), la tasa de ahorro es uno de los 'grandes problemas' de la economía española y explica desequilibrios como la inflación, el déficit exterior y el alto endeudamiento.
Petróleo. Menos vulnerables ante la escalada del crudo
El año se estrenó con una noticia de fuerte calado económico como es el repunte del petróleo de referencia en EE UU hasta los 100 dólares por barril. Lejos quedan ya los 17 dólares que se pagaban en 1991 por el oro negro, coincidiendo con el estallido de la primera Guerra del Golfo y aunque no hay un método preciso capaz de vaticinar qué repercusión puede tener, de mantenerse, ese nivel de precios sobre la economía mundial, lo cierto es que esa marca (el Brent cotizaba ayer por encima de los 95 dólares) añade más presión a los gobiernos. Los analistas recuerdan que la situación actual no es comparable con los repuntes del pasado, porque el sistema actual está mejor preparado para afrontar los choques energéticos. En la consultora MF Global defienden que el crudo, por sí solo, no es suficiente para arrastrar a la economía a la recesión. Y lo justifican con varios ejemplos prácticos. La economía estadounidense es más eficiente a la hora de saciar su sed energética que en 1980 o 1990. Y sus ciudadanos dedican menos ingresos (4%) a llenar el depósito de sus coches y a calentar sus casas que hace tres décadas (6%). Pero los economistas recuerdan que hay factores, como la fuerte demanda de los países emergentes y las tensas relaciones de EE UU con Irán o Venezuela, que pueden llegar a descompensar los avances en eficiencia energética.Para Europa, la fortaleza del euro, que llegó a cotizar en 2007 por encima de 1,48 dólares, está mitigando la factura energética, que todavía se paga en billetes verdes, pese a la resistencia que empiezan a mostrar los países productores.