Marín, pionero del periodismo gráfico
Registró los principales sucesos de la vida española de los inicios del siglo XX y retrató a sus protagonistas.
A finales de 1926, la recién constituida Compañía Telefónica Nacional de España encargó a los fotógrafos más importantes de la época el trabajo de documentar la expansión del servicio telefónico y sus consecuencias. En total, más de 11.000 imágenes, de ellas más de un tercio tomadas por Luis Ramón Marín. Con el nuevo siglo, Rafael Levenfeld y Valentín Vallhonrat, desde la Fundación Telefónica, restauraron y dieron sentido al conjunto fotográfico de la compañía y mostraron una pequeña parte al público en la exposición Transformaciones. Marín volvía a estar vinculado a Telefónica ochenta años después.
La historia de la recuperación de la figura de Marín comienza en ese preciso momento, cuando la familia del fotógrafo acude a ver la exposición y revela que ha conservado su archivo, compuesto por cerca de 18.000 negativos, en su mayoría de cristal, cedido en custodia a la Fundación Pablo Iglesias. El proyecto sobre Marín pasa entonces a ser prioritario para el equipo de Levenfeld y Vallhonrat.
'Sobre Marín teníamos pocos datos, había que investigar, reconstruir su figura', declara Rafael Levenfeld. En el catálogo publicado con motivo de Transformaciones aparece una breve semblanza; tenía estudio en la Cuesta de Santo Domingo, 7, en Madrid y trabajaba para varios periódicos ilustrados, fundamentalmente en Mundo Gráfico. Desde 1908, cuando fotografía la llegada del ministro francés Pichón, hasta 1940 -no hay constancia de que publicara fotografías con posterioridad a esa fecha-, Marín registró la actualidad española, pero su archivo es, sobre todo, 'el reflejo de lo que sucedía en la vida del autor', explica Rafael Levenfeld.
Luis Ramón Marín (1884-1944) es una de las piezas esenciales de los inicios del fotoperiodismo en España. Hijo de médico militar, Marín -que firmaba con su apellido materno-, obtuvo a los 16 años el título de perito agrícola y pocos años después ingresó como funcionario en la Dirección General de Agricultura, Minas y Montes. De hecho, según relata Ricardo González en el catálogo editado para la exposición Marín. Luis Ramón Marín. Fotografía 1908-1940 (en la sala de exposiciones de la Fundación Telefónica hasta el próximo 21 de enero), el fotógrafo cobró como funcionario del Estado hasta el día de su muerte.
Su vocación, en cambio, era la fotografía. Aprendió el oficio en el estudio de Amador Cuesta y el 1 de enero de 1908 ya ejercía como profesional de la fotografía. 'Probablemente, vio la oportunidad de dar el salto de los estudios fotográficos clásicos del siglo XIX a las nuevas revistas gráficas, que demandaba la sociedad', comenta Rafael Levenfeld.
En efecto, Marín irrumpe en la escena fotográfica con el negocio del retrato en crisis a causa de la competencia y cuando comenzaba a despuntar el reportaje gráfico. Los primeros periódicos en los que colaboró fueron revistas ilustradas de contenido general, teatral o militar, que ofrecían más oportunidades a los que empezaban. El fotógrafo establece con el tiempo relaciones con publicaciones de mayor importancia, como Abc. Desde 1908 hasta 1924 se encuentran fotografías suyas en este periódico. Pero el diario en el que fue realmente protagonista, hasta el punto de asociar su apellido con el periódico, fue Informaciones. Desde su nacimiento, el 24 de enero de 1922 hasta finales de 1922, Marín fue el 'fotógrafo de Informaciones', en cuyas páginas llegó a publicar más de 1.000 instantáneas al año, según Ricardo González.
El otro gran bloque que recoge el trabajo de Marín fueron las revistas gráficas de información general. Con las que tuvo una relación más intensa fue Nuevo Mundo, Mundo Gráfico y La Esfera. El último diario para el que trabajó fue Ahora.
Marín documentó gráficamente los principales sucesos de la vida política y cultural española: el regreso de las tropas de Marruecos, las manifestaciones obreras, las celebraciones de la proclamación de la República el 14 de abril de 1931, el entierro del presidente Canalejas, las quemas de iglesias o los bombardeos sobre Madrid; y a sus principales protagonistas, Alfonso XIII y la familia real, a la que seguía incluso en sus periodos de vacaciones, Antonio Maura, José Antonio Primo de Rivera, Millán Astray con su médico después de perder el ojo, Ortega y Gasset, Jacinto Benavente, Valle-Inclán o Josephine Baker.
En sus fotografías se reconoce, además, su pasión por lo moderno y nada más nuevo que la aviación, las motos, los automóviles, los globos aerostáticos y los dirigibles. Las fotografías aéreas dan cuenta de su carácter intrépido, por ejemplo, la imagen del autogiro de De la Cierva volando sobre Madrid en 1934.
Su visión documental ha permitido recomponer la sociedad española de comienzos del siglo XX, un periodo en el que hay una escasa iconografía. 'Todo el conjunto de su trabajo tiene un corpus importantísimo', destaca Rafael Levenfeld. Marín fue un fotógrafo muy sistemático, que mantuvo durante toda su carrera lo que Ricardo González denomina 'voluntad de archivo', dejando constancia del motivo, lugar y fecha de las tomas realizadas y una descripción de los temas. Incluso existe una hoja mecanografiada con instrucciones para la manipulación de su archivo.
Todo ello se ha conservado gracias a su familia. El archivo permaneció en cajas apiladas en un espacio entre dos columnas de la cocina de su viuda. 'Era una casa pequeña y era el hueco justo', justifica el nieto del fotógrafo Marcos Boleas. La familia ha convivido con el archivo, sabiendo que era importante por los personajes y escenas que aparecían al poner las placas al trasluz, como el entierro de Pablo Iglesias o Albert Einstein con su mujer en el Hotel Palace. El archivo es custodiado desde hace años por la Fundación Pablo Iglesias. 'Fueron Aurelio Martín Nájera, jefe de Archivo de la Fundación y Alfonso Guerra los que se dieron cuenta de su importancia histórica', señala Marcos Boleas.
La Fundación Telefónica ha acometido su recuperación: trabajos de limpieza de cada una de las placas, casi todas en formato de 9 por 12 cm, y análisis de contenidos. Los negativos han sido escaneados y digitalizados, un proceso que todavía no está terminado y que concluirá a principios de 2009, avanza Levenfeld. A partir de archivos digitales, los expertos han podido eliminar las pequeñas imperfecciones, respetando en todo el momento la intención del autor.
La ilusión de los comisarios Vallhonrat y Levenfeld es seguir ahondando en este periodo de tiempo a través de la recuperación de otros archivos. 'No sé si habrá más autores de la misma categoría que Marín. Sabíamos que era bueno, pero no tanto. Hay imágenes importantes de otros autores que hay que recuperar', reconoce Rafael Levenfeld.
La primera parte del trabajo ha consistido en seleccionar 250 de estas fotografías y mostrarlas al público en la Fundación Telefónica. Desde la inauguración de la exposición el pasado 22 de noviembre, los reportajes en prensa y televisión que destacan la figura de Marín se suceden. 'Mi madre está como en una nube', comenta Marcos Boleas. No es extraño, Lucía Ramón perdió a su padre con dos años y siente que en cierto modo lo ha recuperado.
A la familia de Marín le gustaría que una vez se clausure la exposición, el público pueda disfrutar de las 18.000 fotografías del fondo, quizás a través de internet. ¿La mejor del archivo? Para Levenfeld, en el caso de Marín 'hay que disfrutarlo todo'.
Fotografía industrial
Ninguno de los fotógrafos que formaron parte del proyecto de documentación de Telefónica (Marín, Alfonso, Gaspar, Claret, Contreras y Vilaseca) estaba habituado a la fotografía industrial. El proyecto fue un plan de documentación único en España, impulsado por los socios americanos de la ITT. La falta de experiencia no fue obstáculo para que los fotógrafos aplicaran su oficio a documentar el tendido de la red telefónica, la construcción de las nuevas sedes y centrales de operación de la compañía, las escuelas de instaladores, la publicidad o las ceremonias de inauguración del servicio.
Intrépido y moderno
Marín sintió fascinación por los aviones, motos y coches. Se aficionó a la aviación desde que el piloto francés Lucient Mamet realizó la primera prueba aérea en Madrid, en 1910. El fotógrafo arrastraba desde la infancia una cojera, a causa de una caída mal curada, lo que no le impidió subirse a los aviones para tomar fotografías desde el aire, especialmente entre 1927 y 1931.Las carreras de coches, motos y bicicletas fueron otra de sus aficiones. Marín tuvo moto y coche, medios que utilizaba para sus desplazamientos profesionales.