Ritmo frenético en La Carte des Vins
Javier de Rivera trabaja en un espacio luminoso que le proporciona una gran vitalidad.
Dice Javier de Rivera, madrileño, de 41 años, licenciado en Económicas y Empresariales y director general de La Carte des Vins, que cuantas más mesas tienes más papeles acumulas. Al entrar en su despacho, ubicado en la zona norte de Madrid, en el que lleva apenas un año, se percibe el frenesí laboral de este ejecutivo, que hasta finales de septiembre de 2006 dirigió la compañía de moda infantil Neck & Neck, organización en la que permaneció ocho años. Ahora se ha embarcado en una nueva aventura y se muestra entusiasmado como un niño. Cuando le presentaron el proyecto para dirigir La Carte des Vins se lo pensó. No sabía mucho de vino, pero dispuso de diez días para reflexionar sobre el negocio que le habían puesto delante.
La compañía, que nació en 1998 en Beaune, una población de la prestigiosa región vinícola de Borgoña (Francia), y que adquirió en 2002 dos grupos empresariales, la familia catalana Trius y un grupo inversor liderado por Claudio Aguirre, tiene la voluntad de desarrollar el negocio de la venta de vinos de alta gama en toda Europa mediante un concepto de tiendas propias y en franquicia. El objetivo de la compañía es acabar el año con 40 establecimientos. A 2009 esperan llegar con un centenar de tiendas. 'Es un sector apasionante, donde hay que pensar siempre en el cliente, en quién te compra y por qué te compra y cómo puedes satisfacerle', señala De Rivera.
Su euforia viene agrandada sobre todo porque, a pesar de que la compañía ya existía, se ha comenzado prácticamente desde cero. 'Ahora empezamos a hacer equipo, a crecer en los puntos de venta. Es muy emocionante', señala este ejecutivo, que asegura que en España hay exceso de vino, con 6.000 bodegas y más de 30.000 referencias. 'En nuestras tiendas hemos recuperado al vendedor tradicional de vino, que recomienda y entiende de lo que está vendiendo. Hemos profesionalizado el oficio y hemos introducido numerosas actividades'.
Javier de Rivera ha realizado, y sigue haciéndolo, numerosas catas a ciegas. 'Es la mejor manera de aprender el negocio. Me encanta porque tiene muchas posibilidades y es un sector muy bonito'. Lo que más le preocupa es entender el gusto del cliente. 'Se puede saber si se estudian los perfiles y las tendencias de compra de cada uno de ellos, con el fin de ofrecerles aquello que vaya acorde con sus preferencias'.
De Rivera es inquieto, no se acomoda ni en la silla cuando habla. Está constantemente moviéndose. Un gesto que habla por sí solo. Entre sus proyectos está lanzar la carta personal de vinos para los clientes. Asegura que es un gran soñador, algo que ha heredado de su padre. 'Me ilusiona cada trabajo que hago y siempre sueño en cómo se puede mejorar'. De su madre, de origen germánico, se ha quedado con 'la determinación y la firmeza para realizar todo lo que emprendo'.
Al despacho, de generosos ventanales, le da poca importancia. De la decoración, como de la de toda la oficina, se ha ocupado el estudio Aguirre Newman. 'Me gusta que el espacio sea agradable, con luz natural, porque hace que haya un ambiente más agradable'. Todavía faltan los cuadros por colgar, 'pero ya imagino toda la oficina llena de vinos y de viñedos'. No necesita amplios espacios, sino que se trata de una herramienta para estar en contacto con la gente. 'Lo que más valoro es el trabajo en equipo. Una empresa no es labor de una persona, sino de las aportaciones del conjunto'.
Se define como un directivo muy exigente, pero también advierte que lo es consigo mismo. 'Siempre persigo conseguir el objetivo marcado. Hay que hacer un esfuerzo para obtener las cosas que te propones e intentarlo todo porque al final acaba saliendo', señala De Rivera.
Trabaja una media de 12 horas al día, y aun así asegura que cree en la conciliación de la vida personal y profesional. 'Es un tema difícil en estos momentos, porque la compañía necesita que se haga este esfuerzo. Pero, además, no sé si estoy capacitado para hacer el trabajo en menos horas'.
El valor de implicar a la familia en el negocio
La familia de Javier de Rivera no trabaja en la compañía, pero casi. Su mujer, Patricia, y sus dos hijos, Javier y Gabriela, están presentes en su día a día. Sus retratos le acompañan desde 1998, pero también hace que los fines de semana le acompañen a las tiendas de La Carte des Vins.'Para mí es muy importante que entiendan todo lo que hago, es la mejor manera de que me apoyen y valoren el esfuerzo que estamos haciendo, sobre todo de tiempo. Y me gusta visitar con ellos las tiendas y que vean lo que hacemos. Ellos se sienten orgullosos de que se les implique en algo tan importante', afirma. De lo único que se ha preocupado de poner en su despacho son las fotografías de la familia. 'En los momentos difíciles, los miro, y me dicen con la mirada que siga adelante. Yo creo en la familia y es lo que más me motiva'.Tampoco puede evitar que el equipo le envíe mensajes los fines de semana. 'Nuestras tiendas están abiertas y me gustar estar al tanto de todo lo que sucede. Además a los vendedores les gusta ver que el equipo directivo les apoya'.