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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

British pierde la estela de Iberia

Las expectativas generadas sobre la participación de British Airways en el futuro de Iberia cuando se privatizó la aerolínea española se han desvanecido. El líder industrial que iba a mantener a la compañía de bandera española en el negocio de la aviación comercial ha dejado pasar el tiempo, ha flirteado con el capital riesgo para hacerse con la empresa con un mínimo desembolso y ha terminado fuera de juego tras los últimos movimientos accionariales capitaneados por su socio en el consejo de Caja Madrid.

La decisión anunciada ayer de deshacer su alianza inversora con Texas Pacific Group (TPG), de retirar su proyecto de opa y de no acudir a su derecho de tanteo sobre la participación que BBVA ha puesto en venta ha dejado Iberia en bandeja de plata a Caja Madrid. Su actitud supone despreciar diez años de alianza empresarial y renunciar al control de una de las compañías aéreas más rentables del continente y con mejores anclajes comerciales con Latinoamérica. Los accionistas de Iberia esperaban más del llamado a ser su socio industrial, y seguramente los de la compañía británica terminarán lamentando la ocasión despreciada de dar un salto definitivo de crecimiento, como el que en el pasado dieron sus rivales.

Ahora, a falta de referente industrial, lo hay financiero. Caja Madrid aglutina cerca del 25% del capital de la aerolínea y se ha convertido en una semana en el árbitro por el que pasa toda decisión sobre Iberia, desactivando, al menos en principio, todo intento de asalto a través de opas. Los accionistas significativos de la aerolínea española estiman quizá que en el medio plazo debe existir un referente industrial, cuando hasta ahora el mejor socio industrial lo ha demostrado ser la propia Iberia. Con el actual equipo directivo y con otros en el pasado ha demostrado su capacidad para abrirse camino en el mercado, y no hay razones para pensar que no lo haga en el futuro. Es una muestra de debilidad condicionar el futuro a un competidor cuando la compañía gana cuota, gana dinero y tiene reservas abultadas para crecer y sortear crisis.

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