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Secretos de despacho

Dulce desorden en Chocolat Factory

Michel Laline trabaja rodeado de envases, carteles y proyectos chocolateros

Me hubiera gustado mucho tener un despacho minimalista, pero no sé qué pasa que en la práctica me resulta imposible'. Michel Laline, fundador de la cadena de tiendas Chocolat Factory y arquitecto de formación, define como 'desorden' la invasión de productos, proyectos de envase, maquetas y planos que sufre el espacio donde trabaja. Porque si hay algo que salta a la vista cuando se pone un pie en él, es que allí se trabaja.

Laline (Bélgica, 1952) llegó a Barcelona en 1980, de paso a una América a la que nunca llegó. 'Entonces esta ciudad era una esponja tremenda y me encantó', explica. Se dedicó a la arquitectura y, sobre todo, al interiorismo, hasta que, 'cansado de los nuevos ricos y de los nuevos pobres' y de lo complicado que era defender cualquier proyecto ante los clientes, pensó en crear su propia empresa. Era 1997, se vio con 45 años y dijo: 'Ahora o nunca'. De ese cansancio, y del hecho de que en España no hubiera tiendas sólo de chocolate como en Francia y en Bélgica, nació Chocolat Factory, una cadena que hoy tiene 23 tiendas.

Lo curioso es que no era especialmente aficionado. 'Comía, como cualquiera, pero ni me gustaba más que otras comidas, ni tenía ningún conocimiento. Pensé que era un campo que podía ser creativo y en el que iba a tener toda la libertad del mundo para hacer cosas'. Así que se puso manos a la obra. Pasó por cursillos específicos para elaborar chocolate y luego empezó a trabajar en pastelerías, hasta que abrió su primer obrador, de 200 metros cuadrados, en el centro de Sant Cugat (Barcelona). El segundo, en el que trabaja actualmente, está ubicado en un polígono industrial de las afueras y tiene una superficie ocho veces mayor. En él se produce todo el chocolate que vende en las tiendas, hasta 350 kilos al día, en bombones o pastillas.

Viaja cada seis semanas a Singapur, donde van a inaugurar en el aeropuerto la que será su cuarta tienda allí

El despacho está ubicado en una segunda planta y tiene vistas sobre el obrador. Un traje blanco con alguna que otra mancha marrón indica que Laline baja con frecuencia a controlar la producción. Su jornada habitual empieza a las ocho de la mañana y acaba a las nueve de la noche. Explica que la constante apertura de establecimientos le supone cada vez más trabajo administrativo. También se encarga del interiorismo de las tiendas y del diseño de los envases. De su mesa salen los proyectos y las maquetas que un estudio se encarga de desarrollar.

Laline viaja cada seis semanas a Singapur, 'por suerte, porque me encanta', donde ahora va a inaugurar, en la nueva terminal para el Airbus 380 del aeropuerto, la que será su cuarta tienda allí. En estos viajes aprovecha también para visitar Shanghai, donde la cadena tiene dos establecimientos más. Titus Ruiz, gerente de la cadena y su pareja sentimental, es la encargada de controlar el resto de las tiendas, ubicadas todas en España.

En el despacho de Laline no hay objetos personales. Nada de fotos o recuerdos que ofrezcan pistas sobre su vida más allá de Chocolat Factory. 'La familia tiene que quedar fuera de aquí, y más cuando, como yo, trabajas con tu pareja', explica. La plantilla de la cadena está formada por 86 personas. De los 32 que trabajan en Sant Cugat, 12 se dedican únicamente a la manipulación del chocolate. 'Es un equipo muy fijo, algunos están conmigo desde el principio', explica.

'¿Planes para el futuro? No sabría por dónde empezar. Como mínimo, abrir diez nuevas tiendas en España en 2008. El sur está virgen, nadie tiene tiendas por debajo de Valencia'. Marbella, Málaga o Sevilla podrían estar entre las primeras aperturas. Asegura que la ausencia de establecimientos de chocolate no se justifica por el calor, unas condiciones a las que ya se ha acostumbrado a trabajar en Shanghai y Singapur.

La logística es complicada, sí, pero no tiene nada que ver con la distancia como se podría pensar a priori. 'Singapur no es problema, en 28 horas tengo una caja de producto en la tienda, el problema es enviar algo a Manresa, es difícil encontrar un servicio integral y a veces han llegado a tardar hasta 72 horas'.

Una vaca y cacao de Ghana, Java, Santo Tomé o Madagascar

La formación en diseño y arquitectura de Michel Laline han marcado el packaging de Chocolat Factory. Los últimos premios que figuran en la larga lista, recibidos en España, Gran Bretaña y EE UU por el diseño de sus envases, culminan con el primer Premio Príncipe Felipe a la Excelencia Empresarial, en la categoría de diseño y comunicación, y con el Premio al Establecimiento Comercial de 2006 de Barcelona, la mejor tienda del mundo.En las estanterías de su despacho, repletas de carteles y maquetas de nuevos envases, se puede encontrar también alguna saca de cacao de procedencia remota y una vaca de la Cow Parade, diseñada exclusivamente para Chocolat Factory, regalo de uno de sus proveedores.El cacao exótico es fundamental en Chocolat Factory. En su caso, el 70% del cacao que utiliza procede de Ghana, que es el mayor productor del mundo. También comercializa, a través de la línea Origin, cacao procedente de Java, de las islas de Santo Tomé, de Venezuela y de Madagascar.La internacionalidad en Chocolat Factory no queda relegada únicamente a la materia prima, sino que se refleja también en la plantilla, en la que se encuentran 14 nacionalidades diferentes.

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