Los cafés mañaneros de Martín Frías en MRW
Suele llegar a la empresa a primera hora de la mañana. A Francisco Martín Frías, segoviano de 66 años, le gusta mirar desde la ventana de su despacho, situado en un polígono industrial a las afueras de Barcelona, mientras toma su primer café de la mañana. A la vez que prepara la jornada, suele fijarse en los primeros compañeros de trabajo que llegan a la sede central de la empresa de transporte MRW. 'Caras dispuestas, a muchas de las cuales veo sonreír. Estoy orgulloso de trabajar con todos ellos'. Son reflexiones que este empresario ha plasmado en un libro El primer café de la mañana, ahora que se cumple el 30 aniversario de la fundación de la compañía.
Asegura que le gusta filosofar, sobre todo a esas horas de la mañana, cuando la soledad del despacho le proporciona unos 'deliciosos momentos de felicidad'. Y siempre se hace la misma pregunta: '¿A cuántas personas habremos ayudado ayer con nuestra actividad empresarial?'. Martín Frías está de acuerdo con la idea que sostienen muchos sociólogos, que afirma que nacemos completamente indefensos y llegamos a convertirnos en seres adultos e independientes gracias a quienes nos han alimentado, cuidado y querido. En este colectivo incluye a las familias, los profesores y los amigos. 'No podemos olvidarnos de los que nos han ayudado porque eso es pretender convertirnos en seres en cierta manera superiores', relata el empresario, que ha visto culminada su trayectoria con el reconocimiento con diversos premios a su labor de integración de discapacitados en la organización y a su especial atención a los temas de responsabilidad social.
A las nueve de la mañana, el equipo de dirección de MRW, formado por unas 20 personas, donde también participa el presidente, desayuna. Se ha convertido en un ritual en la empresa. Y una forma de hacer equipo. La excusa del café no es otra que discutir y analizar, en torno a una mesa, sobre los problemas de la compañía, su estrategia, los logros conseguidos y los que están por obtener. Martín Frías no olvida en ningún momento que su iniciativa empresarial comenzó como un proyecto indefenso, sin capacidad de sostenerse por sí mismo. Fue por ello por lo que tuvo que solicitar la ayuda de inversores, socios, colaboradores, proveedores y consumidores. O lo que es lo mismo, creó una red de confianza hacia el proyecto, que se vio apoyado por otros tantos que les confiaron sus sueños, su tiempo y su dinero.
A las nueve de la mañana, el equipo de dirección de MRW desayuna y debate sobre la empresa
Además de buscar rentabilidad, el sueño de este emprendedor ha sido procurar el bienestar social de la empresa, desde y hacia la compañía, lo que significa mejorar la calidad de vida de los empleados, establecer una fluida comunicación interna, estudiar qué se les pide y qué se les ofrece a los proveedores, qué esperan los accionistas y qué se les aporta desde la organización, a la vez que se cuida a los consumidores. El colectivo humano de MRW lo componen más de 10.000 personas. Y son los trabajadores, según el empresario, los principales actores de las empresas. 'Son los que depositan una extraordinaria confianza en nuestra buena gestión'.
En su escrito, Martín Frías recuerda algunos de los consejos que recibió por parte de sus allegados. No dejó de oír que debía rodearse de un buen equipo de gente en la que pudiera delegar, que buscara colaboradores optimistas, que respete a sus socios y proveedores, que colaborará en proyectos con la sociedad, que creara e innovara, que fuera un generador de riqueza. Lo importante, dice recordando a Nelson Mandela, es poder dedicar la vida a mejorar el mundo. Es el mejor legado para las nuevas generaciones.