Un difícil matrimonio se acaba de consumar
Todo listo para el relevo. El presidente de Endesa, Manuel Pizarro, ha cuidado hasta el último detalle de la ceremonia de entrega de llaves de la eléctrica a sus nuevos dueños, Enel y Acciona, que han conseguido en la opa más del 92% del capital. Por el momento, y según la frase atribuida a Pizarro en una reunión con sus directivos, 'estáis todos confirmados, menos yo'. Hay quien asegura que el hasta hoy presidente de Endesa ha rechazado el cargo (de consolación) que le habría ofrecido el propio José Manuel Entrecanales en alguna empresa del grupo Acciona.
Y es que, en un aparente alarde de prudencia y falta de prejuicios (que en el sector se atribuye más a Enel que a la constructora) los nuevos propietarios de Endesa han optado por la continuidad del actual equipo de gestión, con Rafael Miranda como consejero delegado a la cabeza (quizá de manera más o menos transitoria) y por el control total de un consejo de administración que, aunque en principio se pretendió muy ejecutivo, por el momento, se limita a consejeros de gran peso, pero que, en general, no tendrán cargos en la dirección.
Difícil matrimonio
Enel se pliega a una posición más decidida de Entrecanales
Quizá el reto más importante de una pareja tan heterogénea como Enel y Acciona, cuyo matrimonio ha resultado de conveniencia, será su adaptación mútua. La española es una compañía relativamente pequeña y familiar, que nunca ha compartido con otro inversor filial alguna y que, pese a su reciente incursión en el sector de energías renovables, se dedica a la construcción que, aunque con lazos con la Administración, no es una actividad regulada. Junto a ella, Enel es la mayor eléctrica italiana y la segunda europea por capitalización; tiene un 30% del capital en manos públicas y está protegida férreamente contra terceros.
La cohabitación entre dos socios tan diversos se vislumbra difícil, amén de estar regidos por el yugo de un pacto parasocial que, según los expertos jurídicos, favorece en el corto plazo a Acciona (que tiene un 25,01% de la eléctrica), pero que otorga en el futuro todas las papeletas al grupo italiano (con un 67% de las acciones) para hacerse con el control. Eso sí, pagando quizás un precio elevado si se ve obligada a recomprar a Acciona su participación en los términos que fija el pacto en caso de divorcio.
Empeñados en satisfacer los deseos del Gobierno, los responsables de Acciona quieren demostrar que la españolidad de Endesa no es una vana ilusión, pese al hecho tozudo de que sólo tiene el 25% de su capital. Así, desde el primer día, Entrecanales ha querido dar la batalla por la gestión de Endesa (así lo ha demostrado al ocupar personalmente la presidencia de la eléctrica y colocar junto a él a personas de su máxima confianza) con el convencimiento de que una buena posición de partida es esencial para el futuro. Y es que, juran sus directivos, Acciona ha entrado en Endesa para quedarse y, aunque su posición es minoritaria, quiere hacer valer el papel clave que ha ejercido para Enel en la operación.
Prudencia italiana
Fuera de su terreno natural y con el valor añadido de conocer bien el negocio eléctrico, Enel se ha mostrado más agazapada en el desembarco. Obediente a las consignas de Acciona de mantener un perfil bajo y temerosa de la beligerancia del Partido Popular y de los resultados de las próximas Elecciones, la italiana parece fiarlo todo al largo plazo. Consciente de lo valioso de la pieza (Endesa) que ha adquirido, tras una dura pugna y en un mercado donde los estantes están prácticamente vacíos, Enel parece dispuesta a hacer cualquier concesión a su socio minoritario.
Sin embargo, algunos de sus asesores consideran peligroso iniciar el camino en una posición demasiado débil. Por el momento, y si se materializa el reparto de Endesa pactado entre los socios, Acciona conseguirá controlar el área corporativa de Endesa: las direcciones financieras, la de recursos humanos y, quizá la de comunicación (para la que se perfila un ex-ministro del PP, Pío Cabanillas, que no contaría con las simpatías de Moncloa). Por su parte, Enel, pasaría a gestionar el negocio, bajo una estructura (geográfica y no funcional) similar a la actual.
Para algunos analistas, este reparto (aún sin formalizar) resulta desequilibrado. Para otros, sin embargo, lo grave es la existencia del propio reparto, que podría provocar barreras hispano-italianas dentro de Endesa y, con ellas, problemas en la gestión diaria. La eléctrica, manca y coja (se quedará sin su negocio de Europa y queda troceada en el mercado español) debe buscar una nueva ubicación en el mercado como filial de una compañía extranjera, con un menor tamaño y una cotización en Bolsa que apenas alcanza un free float del 8%.
En esta nueva situación el Gobierno, que aún debe resolver el recurso de Enel y Acciona contra las condiciones impuestas por la CNE a la opa, 'podría tener un gesto de autoridad', según fuentes del sector, y mantener los requisitos de la Comisión. Una vez adquirida la empresa, 'no hay razón para que Industria, que es el verdadero regulador, no se imponga para evitar problemas de garantía de suministro en el futuro', añaden.
Sin embargo, todo indica que el ministerio cederá. Una vez más.