Incertidumbre en el sector aéreo
La metamorfosis que está experimentando el transporte aéreo transforma su siglo de historia en una nueva juventud. El cúmulo de transformaciones que van desde el desarrollo del negocio de bajo coste al replanteamiento estratégico de las compañías de bandera, pasando por las inéditas exigencias de seguridad a los pasajeros, la entrada en juego de gran número de nuevos inversores y, por supuesto, la aplicación masiva de las nuevas tecnologías sugieren que el sector está abocado a nuevos y probablemente sorprendentes cambios en un futuro no lejano. Este proceso corre paralelo a intensos movimientos empresariales que, a escala nacional, tienen especial intensidad en España, donde en estos momentos está en el aire el futuro, por lo menos, de las dos primeras compañías del sector, Iberia y Spanair.
En el primer caso, el consorcio encabezado por el grupo estadounidense de capital riesgo TPG, en el que participan las españolas Quercus, Vista e Ibersuizas, ha conseguido diseñar por fin su oferta, con la principal novedad de que British Airways -primer accionista y socio industrial de Iberia- tendrá mayor presencia. Si hay nuevas ofertas, lo que es deseable, será mejor que se planteen cuanto antes con el objetivo de sacar a Iberia de este largo periodo de incertidumbre, antes de que empiece a repercutir en su día a día. Es difícil entender esta indefinición sobre una aerolínea con 11 años consecutivos de beneficios y una posición estratégica sólida.
El caso de Spanair, con ser muy diferente, comparte con Iberia las altas dosis de indeterminación sobre el futuro más próximo de la compañía. Y todo ello, cuando el boom de las líneas de bajo coste requiere cambios en el modelo, como demuestra el posible aterrizaje forzoso a que se enfrenta Vueling.