El reverso del dólar
El euro ha constituido en los últimos años un motivo de orgullo para los responsables políticos que cooperaron en su creación en 1999 y posterior consolidación como moneda única. En los años que siguieron, esta moneda fue adoptada como moneda de reserva por no pocos países, llegándose a pregonar que se estaba produciendo una gradual sustitución del dólar por el euro en la composición de las reservas exteriores, sobre todo en los países de economías emergentes del este asiático y en los países productores de petróleo de Oriente Próximo.
La sustitución de una moneda por otra u otras no es del todo apreciable de momento, aunque las estadísticas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Internacional de Pagos, que dan fe en este campo, toda vez que los bancos centrales no publican la composición exacta de las reservas, muestran una evolución favorable del euro: en 1999, el peso del dólar en las reservas globales alcanzaba el 71,1% frente al 18% de la moneda europea; en el cuarto trimestre de 2006, la proporción de dólares se situó en el 65,6%, mientras que el euro alcanzó el 25,2%.
Es cierto que las reservas en euros de algunos países han aumentado en los últimos años. En este sentido son significativas las declaraciones del gobernador del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, cuando dice que están diversificando su cartera con otras divisas. El 72% de las reservas internacionales chinas están en dólares, poseyendo a estas alturas más de un billón de bonos del Tesoro norteamericano. ¿Qué ocurrirá cuando China cambie dólares por euros? De igual forma, varios países productores de petróleo, como Venezuela, Irán o Rusia, empiezan a cobrar sus exportaciones en euros y no en dólares.
Sin embargo, el incremento del peso del euro en las reservas mundiales no es debida únicamente a la decisión de sustituir dólares por euros, sino también a la apreciación de la moneda única europea frente al dólar. Dado que las cifras de las reservas en divisas son expresadas en dólares, están automáticamente influenciadas por el tipo de la conversión. Cuando se hacen las oportunas correcciones debidas a ese efecto de valorización para revelar la composición real de los activos de los bancos centrales, se constata movimiento en la composición de la cesta de monedas de reserva, pero no exclusivamente de dólares por euros.
Un segundo impacto del peso del euro frente al dólar se observa en los mercados de capitales de renta fija, concretamente en el mercado internacional de bonos, más profundo y líquido, gracias a su desarrollo consolidado por una creciente eurozona, donde el euro continúa comiendo terreno al dólar como principal moneda debido a las grandes emisiones de deuda por los países europeos. Lo mismo ocurre con la divisa en la que se nominan las emisiones de obligaciones llevadas a cabo por sociedades e instituciones financieras. La deuda nominada en euros representa el 54% del total mundial, mientras que la expresada en dólares no supera el 28%.
Además, todos los datos disponibles confirman por otra parte que el valor de los billetes en euros se ha situado por primera vez por encima de los expresados en dólares.
Tres últimas puntualizaciones para deleite de los más tremendistas sobre el futuro del dólar: la decisión de Irán de abrir la primera Bolsa de petróleo en euros, lo que supone el final del monopolio del dólar en el mercado del crudo, la decisión de la Reserva Federal americana de no publicar el indicador M3 o, lo que es lo mismo, la cantidad de dólares en circulación por el mundo, y la propia debilidad de la economía norteamericana, en pleno proceso recesivo por su imparable déficit y las mayores probabilidades de explosión de la burbuja inmobiliaria.
Todo apunta hacia un debilitamiento progresivo y reducción muy significativa del dólar como moneda de reserva internacional, habida cuenta de otros tantos efectos directos e indirectos sobre la economía mundial. Habrá que estar atentos.
Carlos Isidro. Responsable de Estudios Técnicos de Crédito y Caución