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Tribuna
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Retos para el sucesor de Rato

El FMI ha pasado de prevenir y resolver crisis económicas de países en desarrollo como objetivo principal a buscar un nuevo propósito: evaluar la estabilidad exterior y determinar cuándo hay manipulación de moneda, subraya el autor. En su opinión, un reto de envergadura que deberá afrontar el sucesor de Rodrigo Rato

A las pocas horas de que se anunciase la dimisión por sorpresa de Rodrigo Rato del Fondo Monetario Internacional (FMI), expertos y altos cargos empezaron a hacer conjeturas acerca de su sucesor. Dado que es costumbre que el Fondo esté dirigido por un europeo (es improbable que sea una europea), parece que sólo queda la duda de si será británico, francés o alemán.

Sin embargo, el legado de Rato suscita cuestiones más importantes para el FMI y para Europa. Cuando asumió el cargo en 2004, la actividad fundamental del FMI era, sin duda, la prevención y la resolución de crisis económicas en países en desarrollo, y la principal controversia sobre su función era si se transformaba en una especie de tribunal para el arbitraje de deuda soberana.

Al final, Rato tuvo que afrontar durante su mandato cuestiones muy distintas. Para empezar, en años recientes no se ha producido una crisis financiera significativa. Por el contrario, muchos países han saldado su deuda, hasta el punto de que el FMI tenía que empezar a buscar recursos alternativos a los ingresos de intereses obtenidos con sus préstamos. Más importante aún es que el Fondo ha buscado un nuevo propósito y los desequilibrios planetarios han cobrado una importancia cada vez mayor. El año pasado, el Fondo reservaba un espacio para las consultas entre Estados Unidos, la zona euro, China, Japón y Arabia Saudí. Hace unos días, anunciaba la primera revisión en 30 años de su supervisión bilateral de las políticas de los países miembros. Ahora su intención es evaluar 'la estabilidad exterior' y determinar si los países miembros están efectuando una 'manipulación de la moneda', sobre todo 'con el fin de conseguir un tipo de cambio infravalorado' para 'aumentar las exportaciones netas'.

Europa debería ponerse seria respecto a la consolidación de los puestos europeos en el consejo de administración del FMI

Una de las principales razones para este movimiento es que Estados Unidos ha pedido al FMI que se tome en serio el tipo de cambio del renminbi, para decirles a los chinos que ha llegado el momento de dejar que su moneda se aprecie y, si Pekín no cede a las presiones, declarar oficialmente que su moneda está manipulada.

Para Estados Unidos, las ventajas de que el FMI se involucre están claras. Washington está dividido entre su disensión monetaria con Pekín y su deseo de no dañar lo que el secretario del Tesoro Henry Paulson ha denominado 'la relación económica más importante' del país. Además, el FMI tiene verdadera autoridad, porque un pronunciamiento de que la moneda china está manipulada abriría la posibilidad de presentar una queja ante la Organización Mundial del Comercio.

Desde el punto de vista mundial, una mayor capacidad de vigilancia del Fondo también tiene ventajas. Sin embargo, el reto no es insignificante, por dos razones.

En primer lugar, el Fondo deberá, si no decir, al menos insinuar cuál sería el tipo de cambio adecuado para la moneda china. æpermil;ste es un asunto políticamente arriesgado, y hará falta convencer al Gobierno chino de que la medida redundará en el propio interés del país. Pero también es técnicamente arriesgado: los cálculos del equilibrio del tipo de cambio del renminbi son notablemente imprecisos, como reconoce la investigación del Fondo.

En segundo lugar, en Asia siguen mirando con suspicacia al Fondo. En la región lo suelen percibir como un instrumento de Estados Unidos (que conserva el 17% de los derechos de voto) y de los europeos (que conjuntamente poseen aproximadamente un tercio de los mismos). El banco central chino ya ha expresado sus reservas acerca de la decisión del Fondo, y ha pedido un fortalecimiento en la vigilancia de la política 'de aquellos miembros que emiten las principales monedas de reserva', en referencia a Estados Unidos.

La cuestión va más allá de las políticas y plantea un problema de gobierno. Una institución cuya principal función es prestar dinero y vigilar las políticas de los prestatarios puede estar dominada por los países acreedores. Pero una institución cuya principal función es servir como intermediaria y árbitro necesita una estructura de accionistas más equilibrada. Desde el punto de vista estadounidense, un modo directo de convencer a los chinos de que la nueva función del FMI no está dirigida contra ellos sería la de aumentar la voz de éstos en el consejo de administración, a expensas de los europeos, y empezar a insinuar que el privilegio europeo de nombrar al jefe de la institución no será eterno.

Y ésta es la parte del debate que afecta directamente a los europeos. æpermil;stos deberían, en primer lugar, ponerse serios respecto a la consolidación de los puestos europeos en el consejo de administración del FMI. En segundo lugar, deberían establecer un proceso transparente y adecuado para elegir al sucesor de Rato, en lugar de decidirlo en negociaciones a puerta cerrada. Es lo mínimo que deberían hacer si quieren conservar su privilegio.

Jean Pisani-Ferry. Director de Bruegel

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