Lo que ya sabemos sin la bola de cristal
Echando la vista atrás, al semestre que ahora termina, lo que más sorprende es que la sangre no haya llegado al río, habida cuenta de la cantidad de cosas que han acontecido de uno y otro signo. Al final va confirmándose lo que los analistas vaticinaron a comienzos de año, que viene a ser una volatilidad mayor en los mercados, unas rentabilidades más modestas en el mercado español y una apuesta de los inversores por Europa, fundamentalmente por la Bolsa alemana.
Los resultados empresariales del cuarto trimestre de 2006 y del primero de 2007 han seguido siendo extraordinarios, lo que ha sustentado la subida de las Bolsas junto con la vorágine imparable de adquisiciones a nivel global.
Lo que los analistas no podían vaticinar son las diferentes sacudidas que han sufrido los mercados en los últimos meses y que han elevado considerablemente la prima de riesgo. La crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos o el desplome inmobiliario en España podrían haber sido desastrosos, de no ser porque la liquidez reinante es elevada y porque las Bolsas mantienen de momento valoraciones atractivas.
Sorpresas también las ha habido positivas, especialmente las procedentes de Estados Unidos, cuya economía, que se debatía entre lo malo y lo peor, la desaceleración y la recesión, ha tomado aliento y está apurando el ciclo más allá de lo previsto.
No es momento, en todo caso, de echar las campanas al vuelo, porque aún está por ver qué deparan los próximos meses. Sí sabemos que los tipos de interés están subiendo a nivel global y que las condiciones de crédito están empeorando. Sabemos que la Bolsa está perdiendo atractivo poco a poco en favor de la renta fija, pero no el suficiente como para justificar la rotación de activos.
Lo que no sabemos, porque no tenemos bola de cristal, es cuál será el próximo shock ni cuál su alcance. Pero los mercados están más nerviosos ahora que hace seis meses. Eso también lo sabemos. mrodriguez@cincodias.es