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No es aún el momento de temer a la Bolsa china

Para bien o para mal, China se está convirtiendo en un actor de primer orden para la economía global. Las cifras que emanan del gigante asiático son apabullantes, comenzando por su crecimiento económico, un 10% de media anual en los últimos cinco años, derivado de una profunda transformación socio económica basada en la adopción del sistema capitalista y una migración agresiva de la población desde las áreas rurales hacia las ciudades.

Las oportunidades que brinda la economía china son increíbles: tiene una población de 1.300 millones de personas, cada vez más urbana y con rentas más elevadas, lo que se traduce en una enorme bolsa de consumidores que va en aumento. Baste como ejemplo un dato: China tiene el mayor número de usuarios de móvil del mundo.

El país se ha convertido en foco de interés para empresarios y Gobiernos de todo el mundo. De un lado, por las ingentes posibilidades de hacer negocios que brinda su economía. Por el otro, porque con el objetivo de favorecer sus exportaciones, su moneda está artificialmente devaluada, lo que se ha convertido en un dolor de cabeza para las principales economías del planeta.

El mercado chino de valores también ha salido a la palestra en los últimos meses habida cuenta de la desproporcionada revalorización que están viviendo las cotizaciones. El índice Shanghai A, destinado mayoritariamente a inversores locales, ganó el año pasado un 130% y sube ya un 45% este año.

Cunden las voces que advierten de que se está formando una burbuja e incluso el gobierno ha tomado medidas para combatir la especulación en los mercados.

Eso es lo que ha producido, en los últimos meses, descensos cercanos al 8% de las Bolsas chinas en tan sólo una sesión. En febrero, una caída de estas características tumbó las Bolsas de todo el mundo.

Pero los que siguen de cerca este mercado no entienden esa reacción: los mercados A de China están destinados a los pequeños inversores locales y sólo un 1% de aquéllos pertenece a los grandes fondos de inversión del mundo. El fenómeno, pues, es puramente doméstico.

Otra cosa es si una caída abrupta del mercado termina por afectar a la marcha de la economía china, por ejemplo reduciendo el consumo de los hogares o afectando a la marcha de las empresas. Entonces, y sólo entonces, los desplomes del mercado asiático serán motivo de preocupación.

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