Alemania predica en el desierto
De un tiempo a esta parte, Alemania libra una batalla diplomática en diferentes foros financieros mundiales, en los que se ha topado, una y otra vez, con un muro de hormigón. Los alemanes quieren meter mano al sector de los fondos de alto riesgo y abogan por dotar a esta industria de una transparencia mayor a través de un código de conducta. Así lo ha expresado en varias ocasiones en las reuniones del G 8, pero el resultado ha sido como predicar en el desierto.
Ayer mismo, la Canciller alemana, Angela Merkel, desglosaba los argumentos del gobierno alemán, en un discurso ante el Bundestag sobre la próxima reunión del G 8 que tendrá lugar el 6 de junio en Heiligendamm, al norte de Alemania. 'En los últimos años se han desarrollado nuevos instrumentos financieros como los hedge funds, que por un lado han incrementado la eficiencia del mercado, pero que por el otro no ofrecen suficiente transparencia', sostiene la Canciller. 'En nuestra opinión, es urgente aumentar la transparencia para limitar el daño que los hegde funds pueden hacer a nuestras economías'.
El debate no es baladí y ha dado que hablar. Lo que se discute es si es preferible la regulación impuesta, a través de un código de conducta, o la autorregulación. De momento, la industria y los países de tradición anglosajona abogan por lo segundo.
La cosa es que los hedge funds se han convertido en un actor de primera línea en los mercados, lo cual tiene sus consecuencias. Su actividad los ha convertido en accionistas de referencia en muchas de las principales empresas del mundo, sobre cuyos consejos influyen cada vez con más asiduidad. Sea a través de la regulación o la autorregulación, lo que está claro es que si los hedge funds van a condicionar el devenir de las empresas cotizadas, lo menos que se les puede pedir es algo de luz sobre sus actuaciones y balances, la misma que piden a las empresas en las que invierten.