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Tribuna
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La economía del cambio climático

Potenciar las energías renovables es el mejor camino para la lucha contra el calentamiento global, según la autora, que se suma al Debate Abierto sobre el cambio climático. En su opinión, lejos de la visión catastrofista actual, el fenómeno debe contemplarse como un reto para abrir puertas a la solidez de las economías

El cambio climático constituye hoy uno de los asuntos de debate que suscita mayor interés y preocupación. En la mente de todos están problemas a resolver como la escasez de recursos, la gestión del material inflamable, la emisión de CO2 o el calentamiento del planeta.

Los consumidores han racionalizado sus hábitos de uso y consumo en buena medida. Términos como reciclaje, consumo responsable de los medios naturales o comercio justo han sido ya interiorizados ampliamente por la sociedad. Esta positiva revolución afecta no sólo al entorno doméstico sino que se están adoptando medidas en todos los ámbitos sociales y económicos, que se deciden en su mayor parte en foros e instituciones supranacionales. Al producirse las decisiones a nivel de naciones se da una consecuencia directa, que es la repercusión en el campo económico.

Entre el cambio climático y la economía existe todo un cúmulo de relaciones intrínsecas cuya consecuencia es la afectación en ambos sentidos. Los modelos económicos y empresariales vigentes hoy en las corporaciones son objeto de revisión y de discusión para lograr estándares de actuación que contribuyan a frenar el cambio climático. La revisión de los modelos actuales pasa por un factor clave que es tomar decisiones que sean aplicadas por parte de todos.

Ello implica adoptar medidas y políticas a corto, medio y largo plazo, en algunos casos únicamente en el territorio nacional y, en otros, en territorios más extensos como la UE, el continente africano, o a nivel global, pero en cualquier caso se exige tomar medidas. La razón principal es que los beneficios económicos que se obtendrán serán cuantificables, por ejemplo mayor demanda de nuevas energías, bajada de los precios para este tipo de energías... Mientras que si por el contrario no se toman las decisiones oportunas, los resultados podrían calificarse de catastróficos.

Es tal la gravedad e importancia de detener el cambio climático que ya existen comunicaciones y foros que dan fe de ello. El informe Stern, presentado recientemente en Londres, en el cual se advierte de los posibles impactos económicos del cambio climático, expresa claramente que 'el cambio climático es el mayor fracaso del mercado (...) que exige una respuesta internacional cimentada sobre una comprensión compartida de objetivos a largo plazo y un acuerdo sobre los marcos para la acción'.

También es relevante mencionar el Foro Económico de Davos, en el cual se debaten las consecuencias del futuro económico internacional y sus relaciones con el cambio climático, la seguridad energética, etcétera. Este foro denuncia 'un mundo esquizofrénico en el que las perspectivas de la economía son muy buenas, pero al mismo tiempo persisten muchos desequilibrios y debilidades'.

Potenciar las llamadas nuevas energías, o energías limpias o no contaminantes, es el camino a seguir. Decisiones como el impulso de las energías renovables son la mejor respuesta al reto de frenar el cambio climático por dos razones. Primero, porque constituyen un relevo paulatino a la energía tradicional y, segundo, porque no producen daño climático. Este tipo de energías se obtienen de recursos naturales y se consideran inagotables por el volumen de energía contenida; es el caso de la energía solar, la hidráulica o la eólica.

En este sentido, en España existen políticas económicas muy dinámicas. Se ha promocionado de manera muy activa el crecimiento de empresas dedicadas a la obtención de energías renovables, para lo cual se están llevando a cabo inversiones muy importantes y apoyo público al desarrollo del sector entre los ejercicios 1997 a 2010. Se están poniendo en marcha distintos proyectos de investigación tecnológica, de apoyo al nacimiento de empresas y de crecimiento del empleo con el objeto de favorecer el desarrollo económico y estimular proyectos de envergadura para una mejor penetración de las energías renovables como uno de los principales caminos para detener el cambio climático.

Actualmente, en España las energías renovables suponen un 30% del total de las energías, con la clasificación siguiente: 20% hidroeléctrica, 8% de energía eólica y 2% de otras energías en el capítulo de renovables. Según datos de la Comisión Nacional de Energía para el ejercicio 2006, se ha multiplicado por 10 la venta en España de este tipo de energías, tanto para el uso doméstico como para el uso empresarial. Y existen casos, como en la energía eólica, en los que España ostenta el número dos en el ranking mundial, se ha convertido en exportador de esta energía y está reforzando la balanza de pagos en este capítulo.

Es necesario concluir que las consecuencias del cambio climático sobre la economía no siempre han de contemplarse con la visión catastrofista a la que se nos está acostumbrando, sino en sentido opuesto, como un reto para abrir puertas a la solidez de nuestras economías.

Tatiana Díez Lobo Directiva de Primal Management Solutions

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