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Inversión

El capital riesgo cierra 2006 con récord de operaciones

El sector registró en 2006 más operaciones, pero menor inversión

Han visto la película Wall Street? En ella el actor Michael Douglas encarna el papel de un despiadado tiburón de una firma de capital riesgo que compra empresas sin importarle las personas que en ellas trabajan. Es el malo de la película. Y ahora mismo el largometraje sirve para ilustrar uno de los mayores riesgos que afronta el capital riesgo, valga la redundancia, que opera en España: que su imagen quede relacionada con la de ejecutivos sin escrúpulos que invierten en compañías.

El año 2006 fue para la industria del capital riesgo un ejercicio vivido bajo la exuberancia del año anterior, cuando se superaron los 4.000 millones de euros de inversión gracias a megaoperaciones como la compra de Ono o Amadeus. A pesar de que en 2006 la inversión fue menor, 2.715 millones, el número de operaciones cerradas fue mayor, 612, un 19% más que en 2005. Además, del total de operaciones un 30% fueron inversiones en empresas recién creadas.

Otro dato que ratifica la impresión de que la industria del sector del capital riesgo va hacia su consolidación en el país es que el 64% de los fondos captados el pasado año (3.108 millones de euros) fueron aportados por inversores nacionales, informó ayer Ascri, la asociación que agrupa al cerca de centenar de firmas de inversión que operan en España. Las operaciones más destacadas del pasado ejercicio fueron la de Grupo Levantina, por Impala y Charterhouse; Viajes Iberostar, por Carlyle; Dorna, por Bridgepoint y Telepizza, por Permira. El sector ha demostrado en los últimos cinco años ser una fuente de inversión a tener en cuenta en España y disponer de una gran capacidad para gestionar proyectos empresariales que otros no se atreverían a impulsar.

Panrico, Cortefiel, Amadeus, Famosa, Ono, Vueling, Corporación Dermoestética, Renta Corporación, USP Hospitales, Capio España... Son empresas españolas, conocidas por todos y participadas por el capital riesgo. La popularidad del sector ha coincidido con una época de crecimiento económico en España, con unos años de tipos inusualmente bajos -lo que facilita la consecución de préstamos bancarios- y con el apoyo decidido del Gobierno, tanto del PP como del PSOE (ambos han modificado la Ley del Capital Riesgo de forma positiva para las sociedades de inversión). Y si cualquiera de estos factores se volviera en su contra, el capital riesgo español afrontaría dificultades que hasta ahora desconoce debido, precisamente, a ese nivel de popularidad que ha alcanzado.

Las firmas deben demostrar que no sólo son capaces de participar en operaciones superiores a los 500 o incluso a los 1.000 millones de euros, sino que también pueden abandonar esas compañías en mejor estado que en el que se encontraban cuando las adquirieron.

'Por pura estadística alguna operación falla, no todas van a tener éxito', comenta el profesor José Martín Pellón, que elabora todos los años los informes sobre el sector de Ascri. Pero ahora, las empresas participadas son tan conocidas que el fantasma Wall Street no tardaría en entrar en escena.

Al sector le falta una operación multinacional

Hace pocos años expertos del sector del capital riesgo español comentaban: 'Nos falta una operación de 1.000 millones para darnos bien a conocer'. Ahora dicen: 'Nos falta comprar una multinacional española'. El año 2005 fue el de mayor volumen de inversión de la industria en España, más de 4.000 millones de euros; la cifra se alcanzó precisamente a la existencia de megaoperaciones como la compra de Amadeus o la de Ono-Amena; sin ellas el total de la inversión no hubiera alcanzado los 3.000 millones. Esas operaciones sirvieron en todo caso para popularizar el sector en el país. La adquisición de una gran compañía española, con presencia internacional, es el próximo reto de la industria. Para ello no faltan ganas ni dinero; la alianza de gigantes como Apax, Carlyle, Permira o Blackstone posibilitaría operaciones por encima de los 20.000 millones de euros. Pero en ese tipo de operaciones, en España, como en la mayoría de países, el papel político cuenta mucho. Así, cuando varios grupos de capital riesgo trataron en 2004 de adquirir el negocio de telefonía móvil de Amena, tras haber diseñado complicadas operaciones de adquisición y financiación, llegó France Télécom y, sin avisar, compró el negocio de Amena. Las sociedades de inversión no lo dirán públicamente, pero todas sospecharon que el Gobierno no quería que un sector como el de la telefonía cayera en manos de una industria tan independiente.

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