La información financiera en tiempo real
El actual sistema de elaboración trimestral de informes financieros está obsoleto. Así lo sostienen las cuatro auditoras líderes del mercado ?Deloitte, Ernst & Young, PricewaterhouseCoopers y KPMG? y dos de sus rivales menores, Grant Thornton y BDO. Estas consultoras han elaborado un documento en el que invitan a actualizar las medidas financieras que recoge la actual legislación norteamericana, conocida como la ley Sarbanes-Oxley. Entre las reformas que proponen destaca la inclusión de información relacionada con las empresas que va más allá de los números y, sobre todo, la elaboración de informes financieros actualizados en tiempo real. De esta forma, aseguran las consultoras, se ayudaría a los inversores a juzgar mejor las expectativas futuras de una empresa.
Sin duda, la información financiera en tiempo real tiene aspectos positivos. Su puesta en vigor permitiría a los inversores conocer la evolución diaria de la empresa y dificultaría el “maquillaje” de los resultados. Es decir, contribuiría a una mayor transparencia de la información que las empresas proporcionan a sus inversores, lo que en principio restaría posibilidades a la repetición de escándalos financieros, como los de Enron o Parmalat, que durante mucho tiempo escondieron sus pésimos resultados a los inversores, sumiendo a muchos de ellos en la ruina cuando estas empresas cayeron en bancarrota.
La comunidad financiera reaccionó ante estos y otros escándalos apostando por medidas que fomentaran las políticas de transparencia corporativa, virtud esencial para el progreso tanto de los mercados y las empresas. Ocultar y maquillar informaciones financieras importantes confunde a los inversores y trastorna el mercado, mientras que las políticas de transparencia ayudan a entender la situación real de una empresa y evitan incertidumbres. Admitido esto, hay que considerar también los inconvenientes derivados de producir una información constantemente actualizada. En primer lugar, no es evidente que esta medida contribuya a que las empresas tomen siempre las mejores decisiones; en algunas circunstancias podría provocar situaciones peores que las que se quieren evitar.
Presión para los directivos
De hecho, los actuales informes financieros trimestrales ya suponen una enorme presión para los directivos. Una vigilancia diaria de su trabajo por parte de los inversionistas podría obligar a los gestores a tomar decisiones que no comprometiesen la marcha diaria de la compañía pero carentes de visión estratégica. Incluso que perjudicasen al futuro de la compañía.
En segundo lugar, disponer de más información no implica necesariamente que se pueda absorber, tal como ocurre con la denominada “parálisis por análisis”, que afecta a inversores y analistas sometidos a una avalancha de datos imposible de digerir y que suele sustituir la calidad por la cantidad de información. Existe aún un tercer inconveniente, en este caso relacionado con los costes. Si la información que se obtiene de los informes en tiempo real se entiende como un nuevo servicio de las auditoras, las empresas se resistirán a adoptarlo, ya que les añade un nuevo coste administrativo al que ya tuvieron que asumir con la implantación de la ley Sarbanes-Oxley.
En resumen, para que esta nueva iniciativa pueda ser aceptada deberá demostrar primero que las empresas son capaces de proporcionar una mayor y mejor dosis de información relevante y que los analistas e inversores están en condiciones de procesarla de forma adecuada. También hay que garantizar mecanismos para que no se termine menguando el margen de maniobra que necesitan los directivos para la toma de decisiones estratégicas, junto con la contrapartida de que sus costes han de ser soportables para las empresas. Si estas condiciones se cumplen, es decir, si no perjudica a las empresas sino que les ayuda a dar más seguridad al inversionista, está iniciativa de las consultoras puede fortalecer la transparencia y por tanto, fortalecer al mercado.