Grupo Roca, artesanía en la cerámica sanitaria
Es la segunda compañía mundial en cerámica sanitaria, con una imponente internacionalización desarrollada en los últimos 10 años. Sin embargo, la factoría de Gavá (Barcelona) conserva el nivel de artesanía necesario para controlar la calidad final de cada una de las piezas
Un aprendiz debe practicar hasta con 42 piezas de porcelana sanitaria antes de poder pasar a la línea de producción. 'Se necesita oficio', asegura satisfecho el director de la división sanitaria de Roca, Miguel Ángel Munar. En la factoría de Gavá (Barcelona) trabajan un total de 1.800 personas. El centro produce grifería, bañeras acrílicas, lavabos e inodoros. Visitamos la planta de estos dos últimos productos, que fabrica 6.000 unidades con una plantilla de 650 empleados. A primera vista, lo más curioso para el visitante es que estas grandes dimensiones de producción no reducen el nivel artesanal de la factoría.
Efectivamente, el proceso de manufactura de un inodoro requiere una elevada participación de mano de obra, que se sitúa entre el 50% y el 55% del valor de una pieza. 'Es básica la formación del personal y su experiencia, especialmente en las tareas de desmoldaje y de pulido', indica Munar. 'Hay que repasar cada pieza, una por una, puesto que la inspección visual es muy importante para observar posibles deformaciones', añade. La elaboración de un lavabo empieza por la preparación de su materia prima: la barbotina (barro líquido). Es una mezcla de arcilla, caolín y feldespato. Como en un buen guisado, los tres ingredientes deben macerarse con agua desmineralizada (tras pasar por unos filtros para separar las sustancias ferrosas), durante dos o tres días en unos pozos en constante movimiento.
Una de las actividades más importantes que la empresa mantiene como propia es la fabricación de los moldes, considerada como estratégica. 'No podemos externalizar la actividad de matricería, porque supondría prescindir de parte del diseño de nuestros productos', asegura Munar. El molde de escayola absorbe parte de la humedad de la barbotina, durante la etapa de secado, quedando sólo un 17% de agua. Este último proceso es muy importante, porque la pieza puede resquebrajarse si no se hace correctamente. En la sala de secado hace mucho calor. La temperatura ambiente está entre 30 y 32 grados, con un nivel de humedad del 68%. Los lavabos e inodoros esperan ahí 24 horas.
DETALLE El escudo que luce en la vidriera de la planta de Gavá refleja la tradición industrial del grupo
Como en todo, los nuevos materiales van ganando terreno y los moldes acrílicos (con un serpentín interno que absorbe el agua) se imponen, 'aunque no van bien para todo. Tienen una vida más larga y sirven para piezas grandes, pero no para las más complicadas, como los inodoros, que están compuestos de hasta cuatro piezas', remarca el directivo de Roca. Después del pulido, se pasa al proceso de cocción. Tres hornos en forma de túnel, de 105 metros de largo y tres de ancho, esperan la hilera de productos que avanza lentamente. Entre 10 y 15 horas tarda una pieza de cerámica en recorrer los 105 metros. Un incremento o caída brusca de temperatura también podría partir el producto. El punto central del horno alcanza la temperatura de 1.200 grados. Superado el colado, secado y cocción, queda el esmaltado, que requiere tres capas de aplicación de forma manual. La compañía ya ha instalado una cámara cerrada con una máquina que pinta el esmalte automáticamente, necesitando sólo dos capas a mayor presión. Así, se reduce el ruido y se controla el polvo en suspensión.
La factoría de Gavá fue el origen de la empresa en 1917. El trazado del ferrocarril (aún sobresalen las vías en algunas calles de la factoría) fue una de las principales razones del emplazamiento para dar salida, así, a estos productos pesados. Tras sucesivas ampliaciones, la planta ocupa 230.000 metros cuadrados, produce las gamas altas y cuenta con un centro de diseño. Además, la división mantiene otras factorías en Alcalá de Henares (Madrid) y Alcalá de Guadaíra (Sevilla).
La empresa, fundada por los hermanos Roca, tuvo como actividad inicial la producción de radiadores de hierro. En 1925 llegaron las primeras bañeras de hierro fundido y, en 1936, el lanzamiento de porcelana sanitaria. Ya en pleno régimen franquista entró en el mercado de la grifería (1954). La última división incorporada ha sido la de cerámica para pavimentos y revestimientos (1980).
Internacionalización
Completada la paleta de productos, la compañía inició un plan de internacionalización, intensificado en los últimos diez años con la apertura de factorías propias en los principales mercados mundiales.
El punto de inflexión lo marcó en 1999, cuando adquirió la compañía suiza Keramik Laufen. Esta adquisición dio a Roca el volumen necesario para situarse en el segundo puesto mundial en cerámica sanitaria, reduciendo el peso relativo del resto de áreas al mercado español.
Para ganar músculo, el año pasado vendió la división de calefacción y su participación en la empresa mixta de aire acondicionado Clima Roca York. Paralelamente, la compañía ha invertido más de 100 millones de euros en la compra de varias fuera de España. En total, Roca cuenta con 13 plantas en el extranjero.
I+D Nuevo centro de diseño en Barcelona
La innovación también es importante en este sector. Aunque no lo parezca, detrás de la cisterna de un inodoro o de un lavabo se esconde un gran nivel de tecnología aplicada. Así, Roca invertirá cinco millones de euros en la instalación de un centro de diseño en la calle Numancia, de Barcelona, que estará en funcionamiento en enero del próximo año.Según el director de marca, Xavier Torras, 'queremos fabricar productos con mucho diseño y aportar nuevas soluciones en la aplicación de materiales novedosos'.El centro se dedicará también a cuestiones prácticas, como la reducción del ruido y del consumo de agua de las cisternas. El laboratorio constará de una plantilla inicial de seis especialistas.