Crecimiento y precio del dinero
El presidente del Banco Central Europeo no podrá ser acusado nunca de encubrir sus intenciones como primer responsable de la política monetaria de la zona euro: desde diciembre, cada subida de los tipos de interés es anticipada con profusión de detalles, para que los mercados financieros y los agentes privados de la economía sepan a ciencia cierta por dónde van los tiros y puedan, con suficiente antelación, manejar el escenario y tomar sus decisiones económicas. Desde luego, este comportamiento es de agradecer. La visibilidad es un activo cada vez más valioso en las economías desarrolladas, y con Jean-Claude Trichet está garantizada.
Por eso la decisión que ayer tomó el Banco Central Europeo en Fráncfort de elevar los tipos de interés del 2,75% al 3% no fue una sorpresa, y no lo serán tampoco las subidas adicionales que el precio del dinero experimentará este mismo año. 'Mirando hacia adelante, incluso aunque nuestra política monetaria continúe siendo acomodaticia, una progresiva retirada de esta política está garantizada si nuestros escenarios se confirman. Las tasas de inflación permanecerán por encima del 2% este año y en 2007, y los riesgos son alcistas dado el crecimiento de la masa monetaria y del crédito en un contexto de amplia liquidez'. Esos fueron los mensajes centrales del banquero francés, que no dejan lugar a dudas.
Es una decisión buena para España, pero mala para los españoles. La economía española, que ha acelerado su crecimiento en los últimos meses hasta el 3,6%, y que sigue excesivamente sesgada hacia la inversión en construcción y acumulando desequilibrios en materia de precios e intercambios de bienes, servicios y capitales con el exterior, agradece una subida de los tipos de interés. Un enfriamiento suave de algunas variables de actividad sería una buena noticia, que compensaría la falta de instrumentos en manos de la política económica nacional para suavizar la actividad.
Pero para los españoles, con un endeudamiento agregado superior ya al 100% de la renta bruta disponible para soportar la financiación de la vivienda, una subida de los tipos de interés no es precisamente positiva, y menos acumulada a todo un año de aumentos del precio del dinero. Los cálculos de las asociaciones de consumidores basados en el balance de endeudamiento revelan que el coste para las familias con las subidas de tipos del último año se acercan ya a los 8.000 millones de euros. Las empresas, con niveles de endeudamiento superior, tendrán también un notable sobrecoste, aunque disponen de mecanismos de aseguramiento ante los vaivenes de los tipos.
El Banco de España advierte en su boletín de julio que la inversión se ha acelerado, pese a los repuntes del coste de financiación. Pero cuando estas subidas y las ulteriores se filtren plenamente al tejido productivo puede resentirse la actividad. De hecho, los empresarios estiman que será a partir del 4% cuando la economía comience a resentirse. Hasta el Gobierno maneja ya para el próximo año un crecimiento más modesto. Pero no por ello debe renunciar a una política fiscal más combativa contra los desequilibrios, en vez de caer en la tentación de unas cuentas expansivas que compensen la retirada del estímulo monetario.