El escenario ¿sigue crudo?
Los mercados de futuros de petróleo anticipan un precio de 78 dólares/barril en 2007, para la referencia americana West Texas. De nuevo volvemos a hablar de riesgo geoestratégico, fundamentado por la escalada bélica en Oriente Próximo. Sin embargo, el precio del futuro con vencimiento en diciembre cotizaba por encima de 75 dólares desde finales de junio, antes de que Israel decidiese atacar Líbano y diese pie a una intervención iraní en el conflicto.
El precio del crudo lleva una subida en vertical desde 2004 y todos los veranos acostumbra a marcar nuevos máximos. En verano se produce un pico de demanda que pone de manifiesto el principal problema: los países productores y las refinerías producen al límite de su capacidad y tienen escaso margen de maniobra. Las principales causas de esta situación son: fuerte crecimiento de la economía mundial y, por ende, de la demanda de energía, y la escasez de inversiones tras la crisis asiática y el desplome de los precios posterior.
En 2004, el fuerte crecimiento de la demanda, especialmente de China, agotó con rapidez la capacidad ociosa de extracción y de refino y el precio del petróleo aumentó hasta 50 dólares en agosto, un 50% por encima de comienzos de año. Sin embargo, la economía mundial creció con más vigor y el exceso de capacidad instalada en muchos sectores industriales, las elevadas tasas de paro, el fuerte aumento de la productividad y los beneficios del crecimiento del comercio mundial evitaron que esa subida del petróleo se tradujese en una crisis inflacionista, como sucedió en los setenta.
Si Irán entra en el conflicto y se complica la distribución por el estrecho de Ormuz, el objetivo mínimo para el petróleo sería 100 dólares
En 2005, el escenario fue similar, pero los desastres causados por los huracanes en el golfo de México llevaron al precio del crudo a marcar un nuevo máximo de 70 dólares, un 70% por encima de enero de ese mismo año. Este año, en condiciones normales, era más que probable alcanzar 80 dólares este verano, por lo que debemos descartar que los inversores estén asignando una elevada probabilidad a una generalización del conflicto a Oriente Próximo. Irán es el segundo productor de la OPEP, con cuatro millones de barriles/día, un 5% de la producción mundial, y por el estrecho de Ormuz, en las costas iraníes, también transita el petróleo de Arabia Saudí y de los emiratos, sumando el 20% de la producción mundial. Si Irán entra en el conflicto y se complica la distribución por el estrecho el objetivo mínimo para el crudo sería 100 dólares.
Una generalización del conflicto tendría efectos devastadores para la economía mundial y todas las partes implicadas son conscientes de ello, lo cual reduce la probabilidad de que se produzca, aunque la situación es tan tensa que se les puede escapar de las manos.
En el mejor de los escenarios tenemos que asumir precios de 70-80 dólares como normales. En el segundo trimestre de este año el petróleo ha estado próximo a 70 dólares y eso no ha impedido que China crezca un 11,3% anual, la mayor tasa desde 1994, el resto de emergentes han aumentado su crecimiento, Japón y la zona euro también y sólo EE UU da señales de desaceleración, pero con crecimientos próximos al 3,5% anual. Por lo tanto, 80 dólares por barril podrían moderar algo el crecimiento de la economía mundial, pero seguro que menos de lo que nos indican los modelos y los datos históricos. La pregunta clave sería al revés, ¿cuánto estaríamos creciendo con el petróleo a 40 dólares?
Sin embargo, en 2006 la capacidad de la economía para compensar los efectos inflacionistas derivados del aumento de los precios del petróleo ha disminuido. La capacidad instalada ociosa de 2005 se ha ido agotando, las tasas de paro disminuyen y todo está supeditado al fuerte esfuerzo inversor y a la capacidad de las empresas para incorporar esas nuevas inversiones a su proceso productivo y mantener el crecimiento de la productividad por trabajador. Esta capacidad sigue siendo alta y la productividad mundial crece próxima al 4%, pero la inflación subyacente aumenta de manera generalizada en todos los países.
Los bancos centrales no están dispuestos a esperar sentados y suben los tipos de interés. El riesgo de una escalada del conflicto en Oriente Próximo tendría efectos negativos sobre el crecimiento, pero aumentaría las tensiones inflacionistas. Por lo tanto, los bancos centrales seguirán aumentando sus tipos en los próximos meses. No obstante, nos cuesta creer que con las empresas invirtiendo a las tasas actuales estemos próximos al final del ciclo expansivo de la economía mundial, aunque creceremos algo menos en 2007. Si la tensión en Oriente Próximo sigue siendo sólo eso, tensión, nos tendremos que acostumbrar a precios del petróleo más altos, pero el escenario no será crudo, de momento.