La paradoja del riesgo
El mercado de valores tiene la tozuda costumbre de recordar el viejo dicho de que no se pueden poner puertas al campo. Es casi tan testarudo en esta tarea como los profesionales que viven de eso, empeñados a su vez en encontrar mecanismos que permitan amarrar rentabilidades sin estar sujetos al riesgo implícito al mercado. Los últimos sistemas ideados de control del riesgo han vuelto a saltar por los aires con la última caída de la Bolsa, y tanto hedge funds como otros inversores institucionales han tenido que vender a toda prisa carteras construidas a base de apalancamiento. Han acelerado unas pérdidas de la Bolsa que, posiblemente, habrían llegado de todas formas, pero no tan aprisa. No es algo nuevo. En 1987, 1994, 1997 y 1998 los sistemas de inversión más avanzados demostraron no servir para aquello que están ideados, pues dejan de funcionar en los momentos complicados. Como un paraguas que sólo sirve para días soleados.