El futuro que le espera a Perú
La victoria del socialdemócrata Alan García sobre el nacionalista Ollanta Humala en las elecciones presidenciales de Perú no despeja demasiadas incógnitas sobre el futuro del país. El autor, testigo del proceso electoral, analiza los comicios y los retos del nuevo presidente
Tras las primeras noticias de las encuestas que daban por vencedor a Alan García en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú, su adversario, Ollanta Humala, ha hablado de victoria de todos y del comienzo del cambio en el Perú. Es decir, reconociendo muy lentamente su derrota en la elección presidencial, aunque trasmitiendo que dispone de la minoría mayoritaria en el Congreso de la nación y que ése es su éxito. García, por su parte, ha agradecido el vuelco del voto en Lima, tradicionalmente de derechas; el apoyo del norte, algodonero, minero, portuario y exportador, en donde siempre han tenido su feudo los socialdemócratas, y la derrota en el sur andino: Cuzco, Arequipa, Ayacucho, etcétera, donde los nacionalistas han votado mayoritariamente a Humala.
García, representante de la izquierda socialdemócrata, arrastra su pésimo pasado: llevó al Perú a su mayor crisis cuando fue presidente (1985-1990) por su política de nacionalizaciones y de enfrentamiento con el Fondo Monetario Internacional y tiene un gran lastre: que el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), su partido, aunque es el mejor estructurado del Perú, no ha sabido salir nunca de la trampa del clientelismo y del nepotismo.
Humala es la versión local del llamado nuevo nacionalismo que afecta a muchos países latinoamericanos; promovido por Hugo Chávez desde Venezuela y justificado por la abrumadora pobreza de una parte importante de la población, preconiza la nacionalización y el control estatal de todos los recursos naturales como forma de salir de la pobreza. El radical comportamiento de Evo Morales, desde su elección como presidente de Bolivia, no ha hecho más que aumentar el recelo de amplias capas de población peruana.
En Lima, los días previos, la impresión mayoritaria era la de un desencanto resignado. Alguien me describió el momento como cuando ante una enfermedad seria debes elegir entre un médico que previamente te ha llevado al borde de la muerte por un diagnóstico equivocado y un curandero. Otro me dijo que el dilema era elegir entre perder cinco años, el tiempo de esperar a otra elección presidencial, o perder 30 años. Cuando ya me iba hacia el aeropuerto, Juan Ramírez, el conductor que me llevaba, me describió, mejor que nadie, el dilema del pueblo peruano: 'Elegir entre el malo y el peor, aunque el problema de fondo no es ése; lo malo es no saber quién es el peor'.
Un aspecto que ilustra bien el desencanto previo de los peruanos frente a la segunda vuelta de la elección fue la súbitamente recobrada popularidad del actual presidente, Alejandro Toledo, que ha pasado de un exiguo 8% al 30%. Toledo, en un su último discurso, después de quejarse amargamente de lo mal que se lo han hecho pasar en su mandato, confesaba que últimamente no paraba de oír a todos decirle: '¡Cholo, quédate!'
Alan García, que pasó por los pelos a la segunda vuelta, ganado el primer acto claramente por Humala, se ha convertido en el candidato de la derecha, sobre todo limeña, que le ha votado tapándose la nariz, además de la izquierda socialdemócrata, sobre todo norteña y costeña. Hay un par de aspectos del procedimiento de elección que me parecen claves para entender lo qué ha pasado: la elección en dos vueltas y el que el voto en el Perú es obligatorio.
La tendencia del voto favorable a Humala parecía imparable, desde la nada al triunfo en la primera vuelta, hasta que empezó a recibir el apoyo explícito de Hugo Chávez. Incluso las encuestas de las semanas previas a la segunda vuelta le eran favorables, recortaba la ventaja de García hasta casi anularla, pero a última hora la injerencia grosera del presidente venezolano, criticando con mal estilo a García, para favorecer a Humala, ha terminado con la tendencia. Aunque la mayoría de los peruanos desearían abandonar el país, según una encuesta de Naciones Unidas, son paradójicamente muy patrióticos y no les gusta nada que un extranjero se inmiscuya en sus asuntos.
¿Qué futuro le espera al Perú? Pese a que la situación económica ha mejorado: la inflación está bastante controlada y las exportaciones han aumentado mucho; la pobreza es enorme; la corrupción grande; la inseguridad tremenda; la institucionalización insuficiente; la integración entre las regiones del país, difícil.
El reto más duro de lograr es que los peruanos sean capaces de ilusionarse con su país, volver a creer en ellos mismos. Esperemos que García haya aprendido de sus graves errores y que su partido esté a la altura de las circunstancias. ¿Creer que va a ser así es pecar de optimista o ser un iluso?: esperemos por el bien del Perú que sea sólo lo primero.
Decano de IEDE Escuela de Negocios de la Universidad Europea de Madrid
Aunque la mayoría de los peruanos desea aban-donar el país, son paradójicamente muy patrióticos y no les gusta nada que, como hizo Hugo Chávez, un extranjero se inmiscuya en sus asuntos