¿La 'grandeur' en declive?
La proposición en Francia, por parte del Gobierno de Dominique de Villepin, del llamado contrato de primer empleo (CPE) ha levantado una ola de protestas que ha derivado en altercados en todo el país. Nuestro vecino ha avanzado siempre mediante la revolución-reacción. En casos anteriores, recuérdese la Revolución Francesa del siglo XVIII, han sido los propios ciudadanos franceses quienes han puesto en marcha las acciones revolucionarias ante condiciones socioeconómicas más que dudosas.
Ahora el propio Gobierno francés parece ser el revolucionario-reaccionario principal lanzando el citado contrato de primer empleo. Es razonable desde el punto de vista de la economía el deseo de comenzar a desmantelar el exceso de Estado del bienestar (el exceso, no todo el Estado de bienestar) comenzando con un intento de flexibilizar el mercado laboral. Pero han tocado sin partitura política y social.
Varias son las circunstancias que desaconsejaban, a mi parecer, abrir la caja de los truenos en este momento y de la forma cómo se ha producido:
No ha habido acuerdo previo con los sindicatos. Se ha comenzado a hablar con ellos dos meses después de airadas y graves protestas juveniles incluidos cierres de universidades.
Tensiones políticas ante las próximas elecciones presidenciales. La carrera por la candidatura entre Jacques Chirac, Dominique de Villepin y las aspiraciones de Nicolas Sarkozy (actual ministro del Interior) introduce un elemento político: ¿Villepin no quiere ceder ante las protestas para no perder votos del centro-derecha y piensa que los que protestan no le van a votar? ¿Es, por el contrario, un acto de responsabilidad?
Y sobre todo, un alto desempleo juvenil en Francia: 22,8%, sólo superado en la zona que estudia el Euroíndice Laboral IESE-Adecco por Italia, con 24,8%, y Polonia, con 38,2% (en este último caso disminuyendo rápidamente). En España tenemos un 17% de paro juvenil, nada para alegrarnos. Con esa tasa de paro, los jóvenes pueden pensar que una vez despedidos del contrato de primer empleo competirán con nuevos buscadores de empleo a los que se ofrecen nuevos contratos menos onerosos para el empleador. El CPE puede ser un camino hacia el paro posterior.
A esto hay que añadir que los inmigrantes de segunda generación ya franceses viven en barrios-guetos juntos donde cunde el desánimo por no ver futuro, y que los inmigrantes en activo en Francia perdieron en el último año 63.000 puestos de trabajo. Demasiados jóvenes nacionales y extranjeros sin expectativas.
Las intenciones del primer ministro Villepin económicamente pueden ser buenas, incluso bien intencionadas para favorecer la inserción laboral de los jóvenes, pero son inoportunas social y políticamente, teniendo en cuenta los disturbios de otoño de 2005.
Mucho mejor comenzar con medidas positivas: formas de integración de inmigrantes en los barrios, en las ciudades, y más adelante, pensar en nuevas formas de contratos para todos e intentar reformas del mercado laboral en general. También hay que preparar a la opinión pública con un clima favorable al cambio y tomar medidas cuando empieza una legislatura, no antes de un reto electoral.
En España, por ejemplo, estamos a mitad de legislatura. Empieza a ser un poco tarde para afrontar una reforma que siempre debe ser consensuada por las fuerzas sociales. De hecho tenemos una reforma laboral tácita: el trabajo temporal es alto, el más alto de esta zona, y eso permite flexibilidad sin imagen de discriminación; jóvenes, maduros y mayores tienen el mismo contrato. Nadie se ve discriminado, aunque no le guste.
Para los que saben de economía la ley puede parecer correcta. Aunque para un liberal introducir discriminaciones legislativas en un mercado es siempre un peligro. Para los que entienden de sociología y política esta ley era una nota discordante en una partitura inconexa. ¿Son los criterios económicos o los sociales los que deben primar? En la práctica los dos son importantes. Después de las últimas decisiones de Jacques Chirac, en el sentido de suavizar las condiciones del CPE para los nuevos trabajadores, el balón sigue en el tejado. Veremos lo que pasa.