Cuando dos son multitud
Endulzar. En inglés se suele escribir sweeten cuando se mejora una oferta para hacerla más atractiva. En castellano endulzar no se usa mucho -al parecer cuando se aclaran con agua dulce algunas partes de los barcos-, edulcorar suena a aditivo y dulcificar no parece demasiado apropiado para la Bolsa.
En todo caso, es esto lo que tiene pensado hacer Telefónica en la fusión con Telefónica Móviles, que sacará del parqué la filial después de más de cinco años de negociación en el mercado. Lo hará vía dividendo, no se sabe muy bien si para acallar las crítica que despertó el anuncio de fusión o para repartir, como sería de ley, entre sus propietarios los beneficios de una empresa absorbida por otra. El tratamiento de la cotización de las filiales en el proyecto de código unificado de buen gobierno, el llamado código Conthe, despertó también las críticas. Que una empresa tenga, con vocación de permanencia, alrededor del 90% de otra compañía que cotiza en el mercado no tiene por qué ser malo en sí mismo. Pero no tiene mucho sentido económico y, al contrario, es terreno abonado para los conflictos de interés.
Independientemente de la opinión de cada cual sobre Terra, lo cierto es que el hecho de que Telefónica controlase el consejo de administración de su filial a la vez que competía con ella no es algo que deba tranquilizar a los accionistas minoritarios.
El caso de Móviles es diferente, pues la competencia entre matriz y filial no es directa. Pero, como dice el refrán, cuando el río suena, agua lleva. Si el anuncio de fusión -que no oferta pública de adquisición- ha generado polémica y Telefónica se ha avenido a endulzar la operación, hay algo que no funciona. Ese 90% en manos de Telefónica distorsiona los precios en una filial que es la que más beneficio de explotación aporta al grupo. En realidad, es difícil saber lo que valdría Móviles de forma independiente. Es un hecho que si situación no era normal.