Un ex alto cargo de Enron acusa al fundador de ocultar la situación de quiebra
El ex director financiero de Enron Andrew Fastow ha declarado esta madrugada, hora peninsular española, bajo juramento, que el fundador de la compañía, Kenneth Lay, mintió a los inversores al destacar la salud financiera de la empresa cuando sabía que estaba al borde de la quiebra.
Fastow ha asegurado que informó en varias ocasiones a Lay de la situación real de las cuentas del gigante energético, pero éste mintió a los empleados, al público y a Wall Street. Fastow ha reconocido ser el creador de una trama de sociedades irregulares para esconder las pérdidas de la compañía, que se declaró en bancarrota en diciembre de 2001.
Reparto de las culpas
Pero no ha asumido toda la culpa y, como testigo clave de la Fiscalía, su dedo apunta a los máximos responsables de la compañía en el juicio que tiene lugar en Houston (Texas, EE UU), sede de Enron. El pasado martes incriminó a su antiguo jefe, Jeffrey Skilling, quien fue el consejero delegado de la compañía hasta dimitir en agosto de 2001, tras lo que asumió el cargo Lay, que entonces era el presidente del Consejo de Administración. Fastow manifestó el martes que Skilling le animó a establecer la contabilidad paralela para inflar los beneficios de Enron.
En esta ocasión, su punto de mira fue Lay. Fastow ha afirmado que un día después de la renuncia de Skilling informó a Lay de un error de contabilidad de 1.200 millones de dólares (1.007 millones de euros actuales) y otros problemas en los negocios de Enron, que representaban "un agujero en sus ingresos". Las dificultades eran tan graves que Fastow recomendó la venta de activos o una fusión para salir del atolladero, según ha dicho ante el juez. No obstante, cuatro días después de la reunión, Lay afirmó, en una entrevista con la revista Business Week, que Enron no tenía dificultades contables.
El ataque de la defensa
Por su parte, la defensa ha intentado socavar el testimonio del ex ejecutivo pintándole como un avaro a quien sólo le interesaba su propia ganancia, hasta el punto que dejó a su esposa, Lea, ir a la cárcel durante un año, en lugar de confesar su culpa a los investigadores. Su mujer fue condenada por presentar una declaración errónea del impuesto sobre la renta, ya que no contabilizó en ella los sobornos que recibió su marido.