Optimismo para la OCDE
El informe de Perspectivas de la OCDE de otoño está impregnado de un optimismo tal que determina un horizonte despejado por lo menos hasta 2008. Según el organismo, las 30 economías más desarrolladas han superado sin traumas el shock petrolero de los últimos meses, la inflación sigue bajo control y el crecimiento se ha acelerado. Aunque sea por cuestión de décimas, sus previsiones para todas las áreas son mejores que las frías estimaciones que hizo en primavera. Como telón de fondo para abundar en este escenario, el precio del petróleo marcó ayer su cota más baja en cuatro meses.
Con la consistente fortaleza de EE UU y la mejora del mercado interior en Japón -China, India y Brasil no pertenecen a la OCDE- se hace más verosímil una expansión mundial prolongada a la que, por fin, llega la UE. Europa es aún la principal preocupación de la OCDE, pero sus grandes economías dan claros signos de mejora, a pesar de que -salvo excepciones como España- siguen convalecientes. Por eso hace bien el organismo en advertir al BCE del riesgo que una subida prematura de tipos puede suponer para la recuperación. En clave europea, no es el momento. La OCDE lo dice dos días antes de una reunión en la que el BCE está dispuesto a subir los tipos por primera vez en más de cinco años, basándose en una disparada M3 -la masa monetaria-, un indicador que la Fed ya no sigue.
La OCDE mantiene para la economía española muy buena nota. Sin ocultar el agravamiento del déficit comercial, el freno de la inflación a la competitividad, la necesidad de mayor superávit para afrontar el envejecimiento demográfico o la falta de flexibilidad para fijar los salarios, pronostica un crecimiento fuerte para España los dos próximos años, apoyado en un repunte de las exportaciones por la recuperación de los socios europeos. Eso si no la abortan las prisas del BCE.