'Existen desequilibrios muy graves en la economía mundial'
A sus 72 años se mantiene en plena forma, con una agenda de vértigo. Aunque es un defensor del pensamiento neoliberal, su vida ha estado ligada a cargos públicos: director del Tesoro francés, gobernador del Banco de Francia y director del FMI.
Habla un correcto español y su trato es cercano y amable. La entrevista debería haberse realizado una hora antes de su intervención en la Asamblea de antiguos alumnos del IESE, que se celebró la pasada semana en Madrid. Sin embargo, problemas de agenda de última hora lo impidieron. Consciente de la palabra dada permitió posteriormente a Cinco Días acompañarle a su esposa y a él en el coche oficial que los trasladó desde el Palacio Municipal de Congresos hasta el aeropuerto de Barajas, donde tenían que coger un avión con destino a San Sebastián. La segunda parte de la entrevista se realizó este jueves vía telefónica desde el despacho que Michel Camdessus conserva en la sede parisina del Banco de Francia, institución de la que es gobernador honorario.
EE UU mantiene tasas de crecimiento que aún se pueden calificar de elevadas, pero Europa, a pesar de que los últimos datos publicados son más esperanzadores, no acaba de despegar. En su opinión, ¿en qué momento se encuentra la economía mundial?
La situación que atraviesa la economía mundial es bastante paradójica. Por un lado, no se puede negar que los datos sugieren que marcha bien. Es la primera vez en los últimos 30 años que disfrutamos de una alta tasa de crecimiento global. Además, este crecimiento, si no se tiene en consideración el retraso que sufren algunos países europeos, está universalmente repartido. Se trata de un contexto muy favorable, que se acompaña con niveles de inflación controlados, por lo menos hasta este momento. Asimismo, las tasas de interés son bajas, suben en el corto plazo pero se mantienen estables en el largo plazo. Por otro lado, las perspectivas para Asia son brillantes, mientras que en zonas donde la situación a todos los niveles es dificilísima como África empieza a haber señales positivas...
Si el escenario es tan optimista, ¿dónde está la paradoja que usted advierte?
El problema es que este crecimiento a nivel mundial se acompaña de desequilibrios insostenibles, principalmente en las balanzas de pago de algunos países. EE UU, por ejemplo, registra un déficit récord del orden del 7% en su balanza comercial, situación que se acompaña por una acumulación piramidal de reservas de cambio en los países asiáticos, particularmente en China. Esto es insostenible.
¿Cree que los países que incurren en estos desequilibrios se han puesto manos a la obra para solucionarlos?
Nadie puede decir cuando quiebra esto, aunque parece que sí hay cierto consenso a la hora de reconocer que se trata de una situación imposible de mantener. La dificultad estriba en que ningún país tiene en sus manos una respuesta individual a un problema que requiere una solución colectiva. En este momento, nos limitamos a lanzarnos retos teóricos a través de los océanos. Los estadounidenses les exigen a los chinos que revalúen su moneda. æpermil;stos son demasiado corteses para decir lo que piensan, aunque EE UU debería aumentar su tasa de ahorro, que ahora mismo es del 0%. Sin embargo, ni una ni otra de las recetas son suficientes puesto que si los chinos hicieran lo que les piden los americanos o si éstos hicieran lo que los chinos pudieran llegar a sugerirles, se traduciría en una recesión mundial, algo que nadie quiere. Estamos, por lo tanto, ante un problema cuya solución debería basarse en una alianza a escala mundial.
¿Podría concretar un poco más acerca de qué solución propone usted para cada país?
En mi opinión, todos los actores deberían llegar a esa mesa común, que no es otra que el FMI, para decir, no lo que lo otros deberían hacer, sino para exponer lo que cada uno está dispuesto a realizar. Europa, por ejemplo, debería tomar medidas más enérgicas de las que ha adoptado hasta el momento para emprender reformas estructurales en su economía. Estoy hablando de una mayor flexibilización en el mercado laboral para mejorar su competitividad en los mercados. EE UU, por su parte, tendría que atacar la ausencia de ahorro allí donde ésta es más notable, en las cuentas públicas, así como ensanchar la base tributaria. En el caso de China, debería comprometerse a seguir revaluando su moneda, mientras que los japoneses tendrían que hacer poco más o menos lo que los europeos, es decir, afrontar cambios estructurales. Si en Europa conseguimos emprender las reformas que necesitamos, nuestra expansión económica compensaría la paulatina desaceleración en el crecimiento estadounidense a la que abocaría una mayor tasa de ahorro.
La economía española viene creciendo desde hace algunos años por encima de la media europea. ¿Cree que podrá mantener este diferencial de crecimiento durante mucho más tiempo?
Hasta el momento, el patrón de la economía española, basado en la aportación de la construcción y del turismo, ha sido sostenible. Sin embargo, está claro que a España le toca cambiar de trayectoria y dirigirse hacia los principios de la agenda de Lisboa, que hablan de un patrón más centrado en la economía del conocimiento. Si no se produce este cambio se agotarán los recursos que propician el auge del sector de la construcción. Además, todos sabemos que el sector turístico tiene un carácter caprichoso provocado por los cambios en los gustos de los consumidores. En resumen, será muy importante que España emprenda el camino hacia la diversificación de su economía.
El próximo 31 enero, Alan Greenspan dejará su cargo al frente de la Reserva Federal. ¿Qué balance hace de sus 18 años como presidente de esta institución?
En mi opinión, Alan ha sido un auténtico gigante en su cargo. Yo me he beneficiado mucho de su sabiduría y de su apoyo en muchas circunstancias al frente del FMI. Desde luego, cada una de las decisiones que ha tomado se puede discutir, algunas fueron acertadas, pero otras no tanto. Sin embargo, el balance global es que su trabajo ha constituido un gran aportación para la economía estadounidense y mundial. Además ha sabido mantener la independencia de la Reserva Federal así como pilotar con éxito el rumbo de crecimiento de EE UU. Todo esto lo ha hecho con un estilo muy personal, único.
¿Qué retos deberá afrontar Ben Bernanke, su sucesor?
A Bernanke le toca continuar la política de Greenspan y mantener el nivel de presencia que tiene ahora la Reserva Federal. Seguramente lo hará con un estilo diferente, como corresponde a un mundo también distinto. Sus primeras declaraciones públicas y su insistencia acerca de la transparencia de los mensajes de los bancos centrales me parecen importantes y acertadas. Confío en que tendrá éxito.
Su mandato al frente del FMI coincidió con una de las épocas más negativas para las economías de América Latina. Actualmente, sin embargo, las señales que emiten estos países, incluso en Brasil, donde los mercados recibieron a Lula da Silva con recelos, son más optimistas. ¿Cree que las devaluaciones y las suspensiones de pago en la región son ya cosas definitivamente del pasado?
Todavía quedan cosas por hacer. Además no se puede generalizar, hay que analizar las situaciones caso por caso. No le puedo negar que me preocupa el tipo de crecimiento que han adoptado países como Venezuela o Argentina. Las decisiones de sus gobiernos son más retóricas y políticas que justificadas por la situación económica. En cambio, Chile está cosechando éxitos extraordinarios. Otros países, a pesar de las grandes dificultades a las que se enfrenta, como por ejemplo Brasil, avanzan por el camino correcto. Sin embargo, en líneas generales, yo diría que América Latina tiene todavía muchas asignaturas pendientes. La globalización avanza muy deprisa y nos marca a todos el ritmo de los ajustes que debemos realizar para que las cosas funcionen.
Las dos mayores compañías españolas, Telefónica y Santander, han elegido el Reino Unido para iniciar su expansión en Europa. Muchos creen que la elección de este país no es casual y responde a que en otros países europeos, como, por ejemplo, Francia y Alemania, los Gobiernos son demasiado proteccionistas. ¿Qué opina?
No tengo datos para hacer una valoración, así que prefiero abstenerme.
Pero, en un contexto general, ¿considera que el excesivo proteccionismo retrasa el crecimiento de Europa?
A nivel global, desde luego. Pero no me atrevo a hablar de casos concretos.
'Trichet sólo va a hacer lo que ya hizo Greenspan'
En Europa el crecimiento económico es débil. Sin embargo, el BCE ha amenazado con subir los tipos para contener el IPC. ¿Considera que su compatriota Trichet presidente de la institución se ha precipitado al insinuar un cambio en la política monetaria del área euro?No, al contrario, tiene toda la razón. Trichet no habla de una revolución en la política monetaria que implique una subida dramática en los tipos. El BCE empieza a hacer lo que Greenspan presidente de la Fed comenzara hace un año, es decir, subir el precio del dinero de forma paulatina y, con ello, evita tomar medidas mucho más traumáticas en el futuro.
En su opinión, ¿hasta qué nivel debería subir los tipos el BCE en 2006?Sería imprudente por mi parte hacer una previsión sin tener datos acerca de cómo va a evolucionar la inflación en los próximos semestres. Lo que sí sé es que el BCE actuará con moderación y con sentido de la responsabilidad.
En las últimas semanas el euro ofrece muestras de debilidad. Usted ha manifestado que un euro débil es un problema de prestigio para Europa, pero un problema económico para EE UU. ¿Qué tipo de cambio sería el ideal?Que EE UU haya subido los tipos y Europa los haya mantenido explica en parte esta debilidad del euro, que no es traumática. Estoy seguro que el BCE tendrá prudencia en el manejo de las tasas de interés para que el euro se mantenga siempre en una zona compatible con la competitividad empresarial y el combate a la inflación.
'Europa necesita ambición internacional'
La contribución de Europa a un nuevo orden internacional. Este fue el título de la conferencia que Michel Camdessus impartió el pasado 11 de noviembre en la Asamblea de antiguos alumnos del IESE que se celebró en Madrid.Antes de comenzar, el ex director del FMI calificó con ironía de 'paradójico' el encargo de la escuela de negocios porque siendo francés, después del no de su país a la Constitución europea, 'tendría que venir a España con capirote de penitente invocando sus mea culpas'.Después de esta pequeña broma, Camdessus entró de lleno en materia con una crítica a la actitud actual de Europa. 'Aparecemos como el continente del desencanto y del repliegue, en el momento en el que nuestra Unión hace de nosotros la primera potencial comercial del mundo, con todas las responsabilidades que eso conlleva', aseguró.A juicio del antiguo gobernador del Banco de Francia, si Europa no tiene alguna ambición mundial de relieve, que dé sentido realmente a la aventura en la que estamos embarcados todos los que vivimos dentro de la Unión, entonces sí que será difícil estimular, incluso a través del crecimiento empresarial, su propia economía. 'Me gustaría insistir en esta idea: sin visión global compartida, Europa se descompone', advirtió.En su opinión, para enfrentar con garantías los 'formidables' desafíos de su futuro, la UE necesita 'una ambición internacional'. Camdessus concretó que esta ambición debe apuntar a una 'contribución coherente al nuevo orden internacional que la humanización de la globalización requiere'.