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Columna
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æpermil;rase una vez una nación llamada Cataluña

En el orden del día del Pleno del Congreso de los Diputados del miércoles pasado, bajo el epígrafe de Debate de totalidad de Propuestas de Reforma de Estatutos de Autonomía figuraba la del Parlamento de Cataluña de reforma del Estatut. La sesión se abría a la una y cinco minutos de la tarde con las sucesivas intervenciones de los representantes del Parlament Artur Mas, de CiU; Manuela de Madre, del PSC, y José Luis Carod Rovira, de ERC.

Escucharlas permitía regresar al paraíso de la infancia. æpermil;rase una vez una nación encantadora, buena y generosa llamada Cataluña, incapaz de una mala acción ni de siquiera un mal pensamiento, trabajadora, industriosa, ubérrima, de belleza incomparable, consoladora de los afligidos, refugio de los menesterosos, a la que su madrastra desastrada y envidiosa maltrataba una y otra vez privándola de sus derechos más elementales, lo cual sobrellevaba con admirable paciencia haciendo gala del seny más depurado aproximadamente desde 1640, cuando aquello del conde-duque de Olivares.

Pasaban los siglos, el XVII, el XVIII, el XIX, que según Manuela de Madre supuso la llegada de la Inquisición, el XX y así amaneció la sesión del Pleno del Congreso de la que nos estamos ocupando en esta columna. La Cataluña del cuento siempre quería volver por sus fueros, siempre ofrecía los argumentos más incontestables, siempre mostraba sus lealtades más acrisoladas, pero la infame madrastra continuaba sometiéndola a la más inicua explotación y arrastrándola a las privaciones y sevicias más abyectas, sin lograr en lo más mínimo envilecer su alma grande. El Pleno del miércoles era otra vez el cuento de nunca acabar. Desde Wifredo el Piloso una línea de continuidad histórica donde de una parte han estado los comportamientos irreprochables y de la otra las iniquidades más depravadas.

¿La represión franquista sólo afectó a Cataluña y el País Vasco o fue mucho más cruenta en Madrid?

Todo se narraba por los tres primeros oradores y por los portavoces de las formaciones políticas del nacionalismo catalán representadas en el Congreso, CiU y ERC, que iban interviniendo en la segunda parte del Pleno continuado a partir de las cuatro de la tarde, de tal manera que cada desdicha de la Cataluña de nuestro cuento era presentada en correspondencia con una nueva ventura española, siendo así que cualquiera podría comprobar cómo, por el contrario, España entera estaba sumida en los mismos padecimientos, antes o al mismo tiempo, que la propia Cataluña.

¿Qué clase de historia selectiva a beneficio de parte quieren acreditar algunos? ¿Es que el conde-duque de Olivares es responsabilidad de alguien o puede ponerse a la cuenta de otros pueblos o territorios? ¿Nos tocó Felipe V en alguna rifa y emprendió después sus acciones y sus represalias con nuestro respaldo, de forma que ahora los representantes políticos catalanes puedan venir a pedirnos cuentas? Y así podríamos seguir por la mancomunidad, preguntarnos por los apoyos que tuvo el dictador Miguel Primo de Rivera y estudiar la protección arancelaria. Por ahí llegaríamos a la II República, al Estatuto de Cataluña de 1932, a la Guerra Civil del '36 y al franquismo.

Pero enseguida se impone refutar la versión de que aquella guerra fue de España contra Cataluña y contra el País Vasco. Porque españoles, y en particular catalanes y vascos, estuvieron divididos y combatieron en las filas de la República y en las de los sublevados. ¿Hubo catalanes en el cuartel general del Generalísimo en Burgos o los han borrado del Registro Civil como hicieron en La Coruña con Santiago Casares Quiroga? ¿Combatieron los vascos del Requeté junto a los moros que trajo Franco o sólo lo hicieron los gudaris al lado de la República para rendirse de aquella forma en Santoña? ¿Por qué lamentaba Azaña el sabotaje de la Generalitat a la República tanto en el frente como en la retaguardia negando la contribución de la industria para la fabricación de las armas necesarias? ¿La represión que siguió a la victoria del 1 de abril sólo afectó a Cataluña y el País Vasco o fue mucho más cruenta en Madrid donde cayeron muchas más bombas que en Guernica o Barcelona? Entonces, ¿de dónde se deduce que nadie tenga que presentarnos al cobro sus cuentas? O sea, que érase una vez… pero las facturas no son nuestras.

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