Telefónica protagoniza la mayor compra empresarial española
La operadora pagará 26.000 millones para cumplir su meta de reforzarse en el Viejo Continente
Faltaba Europa y ahora está a punto de conseguirse. Telefónica es la segunda operadora del Viejo Continente por capitalización bursátil y la quinta del mundo; sólo dos compañías chinas y la todopoderosa Vodafone la superan por número de clientes celulares, y está entre las empresas líderes de telecomunicaciones en 16 países. Pero de todas sus posesiones, sólo dos radican en Europa. Una es España y otra es la República Checa, una nación con potencial, aunque fuera de la primera línea de influencia e importancia.
Latinoamérica es, sin duda, el apoyo que ha convertido a Telefónica en lo que es hoy, pero el desequilibrio es patente y el riesgo que entraña, sobre todo por las fluctuaciones en Bolsa, también. Juan Villalonga lo vio claro y su intento de remediarlo fue la fusión con KPN. A su sucesor en la presidencia de la operadora española, César Alierta, tampoco le ha pasado desapercibido, hasta el punto de que lleva buena parte de su mandato preparando una operación así.
Ha sido esta preparación la que ha permitido anunciar la oferta por O2 con menos de dos semanas de negociaciones. De hecho, Alierta sólo estaba esperando a que el sentimiento del mercado hacia las adquisiciones de calado se convirtiera en positivo o, por lo menos, en neutro, para dar el golpe de mano.
Los contactos duraron menos de doce días, pero Alierta tenía claro antes que O2 era una de sus preferidas
Y es un golpe de 26.000 millones de euros. Será la mayor operación de compra de una empresa española en el extranjero y la más grande en efectivo que se ha hecho en Europa. Pero al margen de las grandes cifras es la oportunidad de Telefónica de entrar en el Viejo Continente por la puerta grande, con la compra de un operador que abre la llave de los dos países más importantes: Alemania y Reino Unido.
'El análisis, la decisión y las conversaciones han durado menos de dos semanas', aseguró ayer un Alierta entre cansado y exultante en la rueda de prensa en la que presentó la compra en sociedad. Si así ha sido, el no rotundo con el que el presidente contestó el 5 de septiembre a las preguntas sobre su interés en O2 estaría dentro del calendario. Pero está claro que ya le rondaba por la mente. Cuando el 15 de ese mismo mes, la Bolsa de Londres exigió aclaraciones sobre esta respuesta, Telefónica optó por la ambigüedad. Lo único que quedó claro en su comunicado fue que no tenía la más mínima intención de negar su interés ante el mercado londinense y atarse de pies y manos durante seis meses, como hubiera sido en caso de reiterar oficialmente su negativa.
Contactos con KPN
Con la manos libres y las finanzas preparadas, después de que Alierta dedicara los primeros años de su gestión a consolidar la compañía y a sanear las cuentas, Telefónica estaba lista para sacar la cartera y comprar en Europa. O2 siempre fue una de las opciones preferidas, pero KPN también estaba en la lista. Hubo contactos muy preliminares con la holandesa y también un rechazo del principal accionista -el Estado holandés- y de los gestores. Sin embargo, la publicación del inicio de acercamiento entre la firma española y la holandesa fue determinante para la conclusión final, pero en una dirección distinta a la que se podía prever.
Fue la ausencia de castigo en Bolsa y el beneplácito de los analistas a la compra de KPN por más de 20.000 millones los que dieron la señal a Telefónica: el mercado estaba preparado para una operación de calado.
También lo estaba Telefónica. O2 era su objetivo, hasta el punto de plantear una oferta económica difícil de rechazar para su equipo gestor, que ya había dado una respuesta negativa a KPN y a Deutsche Telekom. Consciente de su papel fundamental para cualquier compañía con interés en el mercado celular europeo, O2 se ha puesto un alto precio. Los 200 peniques por acción que ofrece Telefónica suponen una prima del 22% sobre el cierre el pasado viernes de una empresa que ya se había disparado un 57% en el último año.
El precio ha convencido a los directivos, que han prometido vender, quedarse en el proyecto de Telefónica e indemnizar a esta última en caso de que venga una contraopa y O2 termine en otras manos. Pero la elevada prima también tiene por objetivo desalentar cualquier intento de oferta competitiva, porque no es fácil para ninguna operadora reunir los fondos necesarios para plantear batalla. Deutsche Telekom, sin embargo, se resistirá a perder O2. La caída de Telefónica fue ayer muy limitada en Bolsa porque el mercado considera que la operación es positiva, pero O2 cerró por encima del precio ofrecido por la española, toda una señal de lo que cree que sucederá.