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Cinco sentidos

La ambición en el trabajo, un valor que cambia

Los expertos creen que hay que recuperar el concepto como cualidad del líder, pero libre de connotaciones egoístas y personalistas

La ambición es el deseo ardiente de poder, riquezas, dignidades o fama. Traducido al ámbito laboral, al idioma de los negocios, James Champy y Michael Hammer, autores de Reengineering the Corporation, uno de los libros de negocios más revolucionarios de la última década, y Nitin Nohria, profesor de la Escuela de Administración de Harvard, afirman que la ambición es el ingrediente esencial que transforma una idea simple en un negocio global, destrona un imperio, o transforma a una familia de inmigrantes en una dinastía financiera.

Claro que para que obre el milagro la ambición tiene que tener dos características esenciales. Ha de ser práctica o lo que es lo mismo, tiene que llevar del anhelo a la realización; y ha de ser comunitaria, es decir, debe buscar no sólo el bien personal de quien la posee, sino el bien colectivo, en este caso, el de la compañía.

Bajo estas premisas, los expertos en recursos humanos y liderazgo se han propuesto volver a dignificar el concepto, vapuleado en los últimos años tras los excesos cometidos por los ejecutivos que protagonizaron en los años noventa la época más oscura del capitalismo, con el eco aún sonoro de escándalos financieros como Enron o Worldcom. Aquellos ejecutivos, muchos de ellos forjados en la cultura yuppie de los años ochenta son, para los expertos 'el típico ejemplo de descarrilamiento cuando la ambición se lleva demasiado lejos y supera la barrera entre lo positivo y lo negativo', explica Pedro Gioya, socio del Instituto de Liderazgo.

La presión externa es tan fuerte que más que ambición a veces es supervivencia

'En los años ochenta se fomentaba un tipo de ambición personalista, basada en el individuo capaz de enfrentarse a las situaciones el sólo, con el único fin de ascender y de hacer dinero', señala Gioya.

Ese ansia de poder, dinero y fama tiene sus costes y no siempre se sostiene en cimientos sólidos.

El concepto no sólo se vio reñido con la integridad ética o moral. Todavía hoy la ambición tiene connotaciones negativas, al ser considerada por muchos como el germen de crisis personales y familiares y enfermedades, como la depresión, cada vez más relacionadas con el estrés laboral. Helena Güel, antropóloga y consultora de formación de recursos humanos del Grupo Sural, considera que la ambición en el trabajo 'ha llevado a pagar precios demasiado altos desde el punto de vista familiar y personal'. Por eso, afirma que hay una nueva forma de afrontarla para 'que sea más sostenible y compatible con nuevos estilos de vida'. La experta asegura que 'se ha dado un paso cultural importante, con una visión mucho más sistémica, que hace que el ejecutivo o el trabajador ambicioso cuente con una perspectiva menos individualista, en la que no sólo cuenta su decisión o su acción para ascender, sino cómo afecta a la empresa, a otras personas y a otros ámbitos de su vida'.

No obstante, Helena Güel recomienda distinguir la ambición de lo que a veces es 'mera supervivencia', ya que en muchos casos 'la presión de la empresa y del mercado es tan fuerte que está por encima de uno mismo. No cuenta sólo lo que uno se propone, sino lo que se le exige'.

En todo caso, el término se ha ido librando a lo largo de los años de muchas sombras y se recupera como 'componente básico del liderazgo personal y organizativo', asegura Pedro Gioya. 'Hoy lo que cada vez evaluamos y valoramos más entre los ejecutivos es que posean una ambición que les haga capaz de dar lo mejor de sí mismos para conseguir más de los demás'.

En su opinión, 'la humildad de los ejecutivos es un valor al alza' relacionado con un tipo de 'liderazgo servidor', que es el que más interesa a las compañías.

'La ambición no ha de desdibujar los límites del campo de juego, una persona ambiciosa no es necesariamente egoísta, insolidaria o individualista, como se ha entendido durante mucho tiempo. Por el contrario, es una cualidad muy positiva e incluso necesaria tanto en el ámbito empresarial como en otros terrenos', asegura Gonzalo Martínez de Miguel, director general del Instituto de Formación Avanzada, empresa especializada en la formación de directivos. 'La ambición nos mueve y nos dirige, no es otra cosa que el hecho de querer, de desear algo con claridad y energía', explica.

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