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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ética del 'chivatazo'

La denuncia de irregularidades contables por parte de los propios empleados ha jugado un papel clave en Estados Unidos, un país en el que este tipo de delator es considerado prácticamente como un héroe. Cynthia Cooper y Sherron Watkins fueron coronadas por la revista Time como 'Personajes del año' en 2002 por haber denunciado falsedades contables en Worldcom y Enron. Para la sociedad estadounidense, se trata de personas que ponen en riesgo su actual empleo, sus perspectivas futuras de carrera y su tranquilidad personal en aras de un bien común mucho más importante: la ética de la empresa para la que trabajan.

Esta filosofía es la que subyace en la sección 301 de la ley Sarbanes-Oxley, que obliga a todas las empresas que cotizan en Bolsa en Estados Unidos a crear canales para recibir denuncias anónimas de los empleados. Además, las empresas deben garantizar plenamente la confidencialidad de los denunciantes. Algo que Endesa cuidará de manera muy especial, al haber cedido la gestión de este canal de denuncias a una consultora externa.

Está por ver, sin embargo, si la fórmula tendrá en España, y en otros países europeos, el mismo predicamento del que goza al otro lado del Atlántico. El sentido de la empresa como un 'bien público' que es preciso defender en aras del bienestar común no está tan extendido Europa como en Estados Unidos. Existe, además, cierta desconfianza por parte de los empleados ante las supuestas garantías de confidencialidad de estos canales de denuncia. Y la delación sigue considerándose como algo malo en muchos países europeos, probablemente por reminiscencias heredadas de la II Guerra Mundial. Consideraciones de carácter cultural que, lamentablemente, son difíciles de sortear a golpe de leyes.

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