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Política portuguesa

Portugal, disciplina fiscal y obra pública

Portugal está inmerso en un vivo debate sobre cómo resolver su aguda crisis económica sin atentar contra los pilares de la estabilidad fiscal impuesta por Bruselas. El vasto plan de inversiones públicas propuesto por el primer ministro, el socialista José Sócrates, que ya ha costado la cabeza a su primer ministro de Finanzas (Luis Campos e Cunha), es el centro de la polémica, en la que ha entrado ahora la cátedra económica. Con un documento abierto, un grupo de prestigiosos economistas lusos critica la solvencia de la política de inversiones en infraestructuras de José Sócrates, en un país que tiene reconocido un déficit fiscal cercano al 7% y crecimiento económico plano.

El Gobierno luso accedió ante Bruselas a poner el 2008 como tope para situar su déficit en el 3%, con una política de contención del gasto público desde febrero y, según el compromiso electoral, sin subida de los impuestos. Pero las cosas no salen como Sócrates esperaba y las críticas a su gestión no se han hecho esperar. En un primer lugar porque Sócrates elevó los impuestos; y en segundo, porque la austeridad impuesta al sector privado no tiene réplica en el público, que mantiene un plan de inversión en infraestructuras de 25.000 millones.

Desde dentro del gobierno se levantó la voz en contra, de Luis Campos e Cunna, ministro de Finanzas, que dimitió tras conocer la aceptación de Sócrates del plazo límite para corregir el déficit. En su marcha alegó motivos personales, pero todo el mundo en Lisboa sabe que su renuncia tuvo relación directa con las discrepancias con la política económica del gobierno y su plan de infraestructuras e inversiones. Este plan tiene como platos fuertes una red ferroviaria de alta velocidad, que recientemente ha retrasado sus plazos, y que unirá Portugal con España a través de cuatro enlaces, además de un nuevo aeropuerto en Lisboa.

Pero se desconoce aún la procedencia del capital que lo financiará. A la dudas sobre la posibilidad de realizar tales infraestructuras mientras se mantiene el equilibrio fiscal exigido por la UE se aferra el manifiesto publicado ayer en el Diario de Noticias luso. Denuncia lo 'desastrosa' que puede resultar para el país tal volumen de infraestructuras y su coste.

Los firmantes defienden la inversión pública como motor de crecimiento económico nacional, pero en este caso sostienen que puede 'agravar el desequilibrio de las arcas públicas'.

Sin señalar ninguna obra pública, el manifiesto alerta contra la inversión 'dirigida a obras cuyo mérito no haya sido debidamente demostrado' e indican que un exceso de gasto público puede agravar aún más el déficit exterior. Al mismo tiempo, señalan como únicos beneficiarios a los inversores españoles y no a la economía lusa.

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