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China

La fábrica del mundo vende demasiado barato

El viaje más largo es el que lleva a dar el primer paso. China lo hizo ayer al despegar el valor de su moneda del dólar por primera vez en una década.

El movimiento ha sido tímido y tendrá consecuencias económicas limitadas, pero es algo por lo que han estado presionando desde hace años el FMI y los Gobiernos de casi todo el mundo. Muy especialmente el de EE UU, donde se está en alerta ante la irrupción de este país, especialmente desde que entró en la Organización Mundial del Comercio a fines de 2001.

La llegada a la OMC de esta gran economía con una divisa artificialmente barata y una mano de obra de bajo coste ha sido definitiva para que las inversiones extranjeras crecieran en 2004 un 14%, para llegar a 60.600 millones de dólares. China ha protagonizado el mayor cambio en el comercio y la economía mundial de los últimos años.

Los lobbies dicen que China ha hecho perder 2,8 millones de empleos en EE UU

Al convertirse progresivamente en la fábrica del mundo, la mayoría de sus socios comerciales han visto crecer sus déficit con este país en porcentajes de dos dígitos en los últimos años, algo que se ha acelerado desde que el pasado 1 de enero se acabaran las cuotas en el textil.

Así, China tuvo el año pasado un superávit comercial con el resto del mundo de 32.000 millones de dólares, un 25,3% más que en 2003. El superávit comercial con la UE, que desde 2004 ha reemplazado a Japón como primer socio comercial de China, ha sido de 37.040 millones de dólares frente a los 17.940 millones de 2003. El déficit europeo fue de 97.500 millones el año pasado.

En EE UU el desequilibrio exterior es más abultado. 160.000 millones de dólares en 2004 y las previsiones apuntan a que éste se acerque a los 225.000 millones este año. China ha tenido mucho que ver en el crecimiento de esta brecha pero, además, las autoridades y asociaciones empresariales (lobbies) aseguran que la competencia comercial y productiva que plantea China al absorber inversiones ha hecho desaparecer 2,8 millones de empleos.

La administración de George Bush ya empezó a presionar a China en 2001. El secretario del Tesoro, Paul O'Neill, viajó a Pekín para convencer a las autoridades de que el libre mercado es lo mejor para las economías y eso incluía al yuan. O'Neill fue el primero que hizo el viaje de vuelta a Washington tras escuchar que se dejaría flotar la divisa 'a nuestro propio paso' y sin ceder a la presión extranjera.

Los países del G7 se sumaron a la presión y en sus últimas reuniones han emitido constantemente comunicados pidiendo a China que dejara flotar su divisa. El FMI también se ha movido entre bambalinas para ello.

China, preocupada por el efecto de la liberalización en el sector exportador y en el sistema bancario, ha tardado en dar el paso. Demasiado para los impacientes lobbies americanos, especialmente la Asociación Nacional de Fabricantes (NAM).

En 2003 la NAM y otros lobbies exigieron firmeza a Bush ante China y, en plena campaña, éste mantuvo una fuerte presión retórica en campaña mientras que desde el Tesoro, John Snow lideraba una 'diplomacia callada'. Una vez ganadas las elecciones, esta diplomacia pasó a primer plano pese a que la oposición demócrata pedía insistentemente medidas depara sancionar a China.

Muchos de estas peticiones se acababan de retirar ayer, pues Snow dijo que Pekín iniciaría la flexibilización quizá antes de la visita a Washington del primer ministro chino, Hu Jintao. Así ha sido. Con este pequeño paso, Hu se asegura tener que escuchar pocos reproches.

Mejor imagen ante las últimas opas

Haier ha retirado la oferta de compra por la estadounidense Maytag, y la petrolera china Cnooc podría retirar la suya sobre Unocal después de que Chevron subiera el precio de su opa. Pese a ello, nadie apuesta por una retirada de las inversiones chinas en EE UU, país que ha puesto mala cara a los intentos de los asiáticos. Los analistas políticos aseguran que con el movimiento de ayer, de escasas consecuencias económicas, China se ha apuntado un punto político y el segundo asalto puede ser mejor recibido.

Buen día para las empresas vendedoras

Compañías de lujo como Louis Vuitton (+1,26%) y Christian Dior (+0,98%) cotizaron ayer la revaluación del yuan chino, ya que buena parte de sus ventas procede de esa región. En el caso de Louis Vuitton, el porcentaje roza incluso el 30%.Pero el lujo no es el único que vende bien en Asia. Así, firmas como Infineon o Adidas, que realiza más de un 19% de sus ventas en Asia, se movieron ayer al alza. Volvo y Ericsson, cuyas ventas en la región superan el 9% del porcentaje total, lograron ayer revalorizaciones que superaron el 2%.El caso contrario es de las compañías dedicadas al comercio minorista. Es el caso, por ejemplo, de Inditex, que ayer cedió un 2,56%. También es lo que sucede con grandes cadenas de supermercados, como la estadounidense Wal Mart, que perdió ayer un 1,14%.El efecto que el anuncio de China tuvo en los bonos se dejó sentir en compañías de servicios públicos estadounidenses, que suelen actuar de valores refugio y que ahora pierden atractivo. Así sucedió con Exelon, que perdió un 2,6%.

Temor a que cesen las compras asiáticas

La decisión del Gobierno de China de China de revaluar su moneda, el yuan, ha tenido un efecto inmediato sobre los mercados de deuda estadounidenses. La rentabilidad del bono a 10 años, que evoluciona a la inversa que los precios, subió ayer al 4,27%, que es el nivel más alto en más de dos meses. La respuesta del mercado responde al temor de que reforma del sistema cambiario en China pueda llevar a menores compras de bonos estadounidenses por parte del país, que según el Departamento del Tesoro estadounidense, es el segundo mayor tenedor de títulos de este país, con 243.000 millones de dólares. China ha estado comprando deuda del Estado con un tipo de cambio fijo. A partir de ahora el yuan está vinculado a una cesta de monedas, y ayer ya consiguió revalorizarse un 2% frente al dólar.Algunos inversores comentaron que la revaluación del yuan podría tener un pequeño impacto negativo sobre el crecimiento de la economía del país, y por tanto, reducir el interés de seguir comprando bonos de EE UU. A corto plazo, se espera que la rentabilidad siga al alza.

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Nuño Rodrigo / Beatriz P. Galdón

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