La liturgia del golf en el club más antiguo del mundo
Los habitantes de Saint Andrews, donde mañana finaliza el 134 British Open, han abandonado la ciudad. Sólo los que velan por sus negocios, que no son pocos y los estudiantes que se han apuntado a las oportunidades que para ellos brinda esta ciudad durante la semana del Open, atienden a los miles de visitantes que atraídos por la liturgia del golf en el campo más antiguo del mundo han viajado hasta Escocia.
Desde hace meses no queda una habitación libre, ni en el exclusivo Old Course Hotel, desde cuyas habitaciones sus huéspedes contemplan el mítico hoyo 17, considerado el par 4 más difícil del mundo, ni tampoco en los modestos bed & breakfast. Los precios son de auténtica locura. Una noche en el Old Course, cuesta 1.075 euros, eso sí, con el desayuno incluido y la emoción de ver si algún jugador se desvía en el tiro y su bola acaba encima de la cama.
Las residencias que durante el curso ocupan los estudiantes de la University of Saint Andrews, la más antigua de Escocia (1414), están repletas. Habitaciones espartanas con baño compartido por 800 euros los cuatro días del torneo. Si esta fiebre por hacer dinero persiste, nadie sabe hasta dónde se puede llegar. Una leyenda urbana cuenta que en los años 50 el surafricano Gary Player durmió dos noches en las dunas de la playa, en la cual se rodó la famosa escena de la película Carros de fuego, porque no podía pagar el hotel.
Cuando finaliza la jornada los restaurantes y los pubs están a rebosar. La gente aguarda su turno, pacientes, en plena calle con la cerveza en la mano. La policía controla que todo se desarrolle con mesura y que ningún listillo se vaya sin pagar la consumición. La ventaja es que la temperatura baja diez grados en media hora, aunque casi todo el mundo, a pesar de los 12 grados que hay a las nueve de la noche, va en manga corta porque es verano.
Las tiendas lo venden todo. David Brown, propietario de un comercio de antigüedades en el que se puede encontrar material antiguo de golf que en ciudades como Edimburgo o Glasgow cuestan a mitad de precio, reconoce: 'Esto es algo que no sucede en ningún otro torneo, ni en el Masters ni el US Open. El British Open es único y no hay nada comparable a cuando éste se juega en St. Andrews'.
Pero el negocio no marcha solo. Hay que cuidarlo y el progreso experimentado por el golf en los últimos años pone en peligro el mítico campo del Old Course. St. Andrews corre el peligro de quedarse obsoleto frente a los nuevos materiales, palos y bolas, y ello ha obligado a sus organizadores, el Royal & Ancient Golf Club de St. Andrews, que junto a la USGA estadounidense velan por la pureza de este deporte, a tomar medidas. La alarma se disparó el jueves, en la primera vuelta, cuando Woods, después de 12 hoyos, se colocó con siete golpes por debajo del par.
David Richman, director técnico del R&A y su homólogo estadounidense, Dick Rugge, se reunieron con el director ejecutivo de Acushnet, fabricante de las bolas Titleist, las más empleadas en todo el mundo, con el fin de encontrar una que haga menos distancia para implantarla en un par de años. De lo contrario, si persiste la carrera actual, todos los campos se quedarán cortos y el golf se convertirá en un juego en el que sólo contará la distancia y el putt sin que sirvan de nada los diseños de campos históricos como el de Saint Andrews que se quedaría relegado al recuerdo.