¿Para qué una bajada de tipos?
Hoy se reúne el Consejo de Gobierno del BCE y la duda es si nuestra autoridad monetaria bajará sus tipos de interés en alguna de sus próximas reuniones. La crisis política, que provocó el no francés y el fracaso de la Cumbre europea, aumentó la incertidumbre e incrementó las presiones para una bajada de tipos. El argumento es que este aumento de la incertidumbre acentuará la desaceleración del crecimiento económico en Europa y que un abaratamiento del crédito incrementaría el incentivo al consumo y la inversión favoreciendo la recuperación.
El problema de la economía europea no es monetario y la política del BCE, en el último año, ha sido la adecuada. El argumento anterior es correcto, pero los tipos de interés están en mínimos históricos y el efecto de una bajada sobre las decisiones de los consumidores y empresarios europeos sería insignificante. Además, una bajada podría provocar más problemas que soluciones:
l El Tratado de la Unión y los propios estatutos del BCE exigen a su consejo de gobierno que persiga el objetivo de estabilidad de precios. Yo no soy un monetarista convencido, pero en los dos últimos meses las perspectivas de inflación, en el área, no recomiendan una bajada de tipos. El precio del crudo ha alcanzado 60 dólares el barril y ahora la depreciación del euro, contra el dólar, aumenta el coste de nuestra factura energética en euros. Seguimos sin ver riesgos de inflación en la eurozona, pero tampoco es cuestión de tensar la cuerda.
El problema de la economía europea no es monetario y la política del BCE, en el último año, ha sido la adecuada
l La bajada de tipos complicaría en extremo al sistema bancario europeo, que lleva varios años en un entorno de bajos tipos de interés. Una bajada reduciría aún más los márgenes de intermediación de las entidades europeas, lo cual tendría implicaciones sobre la rentabilidad de su negocio. Viendo la experiencia japonesa, tampoco es bueno tentar la posibilidad de una crisis bancaria.
l Por último, la UEM, a pesar de la crisis, sigue siendo la segunda economía del planeta, con un peso del 15% del PIB mundial, y el BCE tiene que asumir su parte de responsabilidad en la gestión de la política monetaria global. En el mundo hay un exceso de liquidez, que es la causa de la sobrevaloración de los activos financieros, incluidos los inmobiliarios. La Reserva Federal de EE UU (Fed) reconoce que su política monetaria sigue siendo expansiva y tiene los tipos en el 3,25%. El crecimiento de la cantidad de dinero en circulación en China fue del 15% en mayo y su Gobierno interviene diariamente en el mercado de divisas, acumulando reservas que no consigue esterilizar y ya atesoran 700.000 millones de dólares.
De los japoneses ni hablamos. El Banco de Japón lleva desde el año 2000 inundando su mercado monetario con trillones de yenes y el BCE, que reconoce que su política monetaria es expansiva, haría una gran contribución a la estabilidad macroeconómica internacional con una bajada de tipos. Más dinero, esto es la guerra. Luego nos extrañamos porque el precio del petróleo alcanza máximos, los bonos y las Bolsas no paran de subir y los precios de las casas levitan.
Tampoco hay que apelar a la responsabilidad internacional. En Francia, España e Irlanda hay una sobrevaloración de los activos inmobiliarios y un frenazo brusco de este fenómeno sí nos debería preocupar y llevarnos a bajar tipos rápidamente. Los precios de la vivienda en la vecina Francia crecen un 15% anual, en Irlanda, un 10%, y de España mejor ni hablar.
Los tipos están bien en el 2%. En un momento de disociación entre los ciudadanos y su clase política es humano que estos últimos tengan la tentación de culpar al euro y al BCE de todos sus males. Los más beneficiados por una bajada de tipos serían los alemanes y los italianos y es lógico que sean los países donde mayor intensidad han alcanzado las presiones. Si Italia no hubiera entrado en el euro, ni en sus mejores sueños habrían disfrutado de los tipos actuales, y en Alemania tampoco estaban muy acostumbrados a que el Bundesbank situase los tipos reales próximos a cero, especialmente en momentos de subidas bruscas en los precios del crudo. El problema es que ambos países llevan muchos años retrasando reformas que les han dejado fuera de juego. Al resto nos va mejor, pero el mundo está cambiando muy rápido y como nos despistemos acabaremos como ellos.
Al BCE le quedan muy pocos cartuchos y es lógico que se tome su tiempo para gastarlos. Sólo un escenario de recesión en la UEM les llevaría a bajar tipos, pero ése es un escenario cuya probabilidad sigue siendo muy reducida.