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CincoSentidos

A París a trabajar de 'conchitas'

Yo me vine por la situación que había en España. æpermil;ramos cinco hermanos, mi padre era minero, quedó retirado con 959 pesetas. Tuvimos que trabajar. Me preguntaron si quería venir y dije que sí'. El destino de Mercedes, nombre ficticio, era el París de los sesenta, capital de una Francia en pleno despegue económico y sedienta de mano de obra. La burguesía aspiraba a una distinción social que pasaba por sirvientas.

Y Mercedes, al igual que miles de mujeres, la mayoría solas, salieron de una España sumida en la crisis rural en búsqueda del glamour parisiense. Así se convirtieron en 'conchitas', figura de sirvienta con que la sociedad francesa conoce todavía hoy a las empleadas del hogar, fruto de aquellos años de emigración española.

Una fuerza migratoria femenina que llegó a alcanzar en 1968 el 47% de los 607.184 inmigrantes españoles censados en la capital gala, y que ha quedado en la sombra.

El sueño de estas mujeres era ahorrar y elevar su estatus social en España

La socióloga Laura Oso ha querido rescatar del olvido a estas mujeres en su libro Españolas en París, 'una reconstrucción biográfica de una migración que en su día constituyó un factor clave en el desarrollo español', en palabras de la autora. Porque el sueño de estas mujeres era el ascenso social en su país de origen a través de la emigración. Trabajar, ahorrar y regresar. Siempre el regreso presente. El Gobierno franquista no tardó en impulsar el éxodo para favorecer la entrada de divisas. 'Mi marido ganaba bien (entre 2.250-3.000 euros al año). Su paga iba para España y la mía era para comer aquí y para poquito más'. 'Los emigrantes teníamos cuentas especiales en España, no se pagaba impuestos', relata otra de ellas.

De la experiencia vivida queda en muchas la amargura por la discriminación, por los abusos de sus 'señores', quienes no sólo les recordaban constantemente que 'no podían ser como ellos', sino que se aprovecharon de su ignorancia para mantenerlas en la ilegalidad, algo que a muchas les ha costado hoy no tener una pensión.

La soledad de las exiguas chambres de bonnes, las populares habitaciones de servicio parisienses, se han cobrado la salud mental de más de una. En todas se adivina la melancolía de sentirse 'extranjeras' en España e 'inmigrantes' en un país donde han pasado media vida.

Pese a una vida llena de obstáculos, no todo es negativo. 'Si no salgo de mi pueblo, no hubiera conocido tanto como he conocido. Aquí nos hemos formado. No sólo hemos trabajado, también hemos mejorado' dicen.

El enfado por la imagen distorsionada de una película

Principios de los años sesenta. Más de 40.000 españolas trabajan en París como sirvientas. Pocas habían antes cruzado la frontera y la mayoría ni siquiera había salido de su pueblo. La película Españolas en París, del director Roberto Bodegas, ya retrató en los años setenta la diáspora de estas mujeres. A través de personajes como Isabel, que lucha por sacar adelante al hijo que le dio un hombre que luego la abandonó; Dioni, que sólo piensa en hacerse unos ahorros para tener una dote; o Francisca, que no entiende nada y se encuentra perdida, el filme perfila el retrato de la emigración femenina de aquellos años.En una de sus escenas, las sirvientas españolas aprovechan la ausencia de los señores para darse un baño en la bañera y sentarse en los sofás de la casa. La imagen escandalizó a las asociaciones de mujeres españolas en París, que se manifestaron delante de los cines para protestar contra la denigración de su imagen.

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