Los costes laborales de España triplican los de Europa del Este
Emplear a un trabajador en España cuesta una media de 29.176 euros al año, tres veces más del gasto que supone este mismo contrato laboral en los países del Este de Europa que acaban de entrar a formar parte de la UE, donde el coste laboral es de 8.883 euros de media aproximadamente.
Pero no sólo es más caro contratar en España que en los países del Este, sino que, por primera vez y por el efecto de la ampliación europea, también cuesta más que en la media de los 25 Estados de la nueva UE. El coste laboral medio comunitario es de 28.269 euros, 907 euros menos que en el caso español.
Si bien la comparación que marca la diferencia más significativa se produce entre los costes laborales de la Europa de los Quince y los nuevos estados miembros. Contratar a un trabajador en la Europa occidental es cuatro veces más caro que hacer un contrato en la Europa del Este, según este estudio que compara todos los costes laborales: el salario y los costes extra salariales (cotizaciones a la Seguridad Social, aportaciones a pensiones y otros beneficios sociales).
Contratar a un trabajador en China es tres veces más caro que hacerlo en Letonia
Esta es una de las causas fundamentales, si no la principal, por la que en los últimos años se están produciendo en los Quince numerosas deslocalizaciones empresariales hacia los nuevos Estados miembros procedentes del Este, donde las grandes empresas deciden trasladar su producción.
Bélgica es el país de la UE dónde más le cuesta al empresario contratar a un trabajador, con un coste medio de 53.577 euros anuales, casi el doble de lo que cuesta en España y en la media de la UE-25. Seguidamente se encuentran Suecia (52.800 euros) y Alemania (50.445 euros).
En el lado opuesto, Letonia, con un coste laboral medio de 4.752 euros anuales es el país comunitario más barato para contratar trabajadores. De hecho es once veces más barato que en Bélgica.
El estudio de Mercer hace hincapié en que el coste de los beneficios extra salariales tienen un peso bastante importante en el coste laboral final, por lo que son este tipo de gastos los que encarecen o abaratan la contratación, al margen de los salarios. La influencia de estos costes extra salariales oscila entre el 10% y un 50% del coste laboral final.
En los casos de Grecia, Bélgica o Francia, las aportaciones del empresario en concepto de cotizaciones sociales y otros beneficios sociales suponen prácticamente la mitad del coste laboral, mientras que en países como Dinamarca no llega al 10% y en Holanda y Reino Unido estos costes suponen alrededor del 20% del coste final.
Aunque si se tiene en cuenta el carácter globalizado de la economía mundial, las comparaciones de los costes laborales deben hacerse extensivos a otras zonas del planeta, especialmente a regiones emergente como China o India, así como a los principales competidores de la UE: EE UU y Japón.
En estos casos se observa que los costes laborales europeos están un 15% por debajo de los de EE UU y son un 23% inferiores si se comparan con los del Este de la UE. A esto hay que unir la fortaleza del euro frente al dólar, que provoca que las compañías de EE UU inviertan más en el Este europeo.
En cualquier caso la economía europea está en ventaja frente a la estadounidense, donde el coste laboral medio es de 33.195 euros al año y aún es más ventajosa que la japonesa, con un coste laboral de 45.839 euros al año casi el doble que en la UE.
El estudio muestra asimismo que aunque los costes laborales en India son catorce veces superiores a la media europea y los chinos son el doble que los europeos, contratar a un trabajador en China es tres veces más caro que hacerlo en Letonia.
Flexibilidad laboral para deslocalizar
Las grandes divergencias de los costes salariales en el mundo están provocando que muchas empresas dejen de producir en los países de Europa occidental, que resultan excesivamente caros para el bolsillo del empresario, y trasladen sus procesos manufactureros a los países del Este de Europa y a zonas emergentes como China o India.No obstante, según los expertos del instituto alemán IFO que han elaborado el último informe sobre la economía europea en 2005, la deslocalización no tiene que ser perjudicial en esencia. Consideran que el traslado de la producción a zonas más baratas de Europa, sobre todo en materia de costes laborales, 'es una buena medida' y 'pueden generar ventajas comerciales para todos los países implicados'.Según la teoría de estos expertos, los países de salarios más bajos de Europa del Este y de Asia crean nuevos empleos rentables para su cuantiosa mano de obra y pueden subir sus salarios. A cambio, los países occidentales, con salarios más altos pueden liberar parte del trabajo y el capital empleado en sectores intensivos de mano de obra y utilizarlo de forma más productiva en sectores más cualificados.Sin embargo, para que se cumplan estas ventajas 'es esencial que los mercados internos en occidente sean lo bastante flexibles'.-El informe del IFO precisa que aunque los sectores financieros de Europa satisfacen en gran medida este requisito de flexibilidad, 'los mercados laborales son bastante rígidos'. Por ello, estiman que deben suavizarse las limitaciones de los Estados a la movilidad de los trabajadores entre sectores y países y recomiendan que los convenios colectivos 'dejen de impedir la flexibilidad salarial'.En su opinión, la especialización en una producción más intensiva en capital exige salarios más bajos para los trabajadores menos cualificados para evitar el desempleo.