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Ginés Morata

Los caminos de la genética para alargar la vida humana

Experto en genética del desarrollo, recuerda que la ciencia es también una fuente de riqueza económica

A Ginés Morata, especialista en genética del desarrollo desde hace más de 30 años e investigador en centros tan prestigiosos como las universidades de Oxford, Cambridge, California o Zurich, le gusta trabajar con la gente que conoce y en el país que conoce. Profesor de investigación del Centro de Biología Molecular del CSIC y la Universidad Autónoma, acaba de cerrar un ciclo de conferencias en la Fundación BBVA sobre la nueva biología. Allí no dudó en reconocer que practicar la ciencia en España no es fácil.

Pregunta ¿Tan diferente resulta trabajar en España?

Respuesta Digamos que en el trabajo diario de laboratorio hacemos las mismas cosas que pueden hacerse en otros lugares. La verdadera diferencia está en aspectos como la dificultad de conseguir becas y la ausencia de una política sólida de apoyo a la ciencia. En los países anglosajones los programas científicos no dependen de la orientación del gobierno de turno. Allí se entiende que el patrimonio científico es una cuestión de Estado, una riqueza que está por encima de cuestiones políticas.

'En el tema de los transgénicos hay mucha demagogia y mucha ignorancia'

P Tampoco parece que el capital privado español se interese por la ciencia.

R Es un problema que responde a la falta de conciencia que tiene la sociedad española respecto a la ciencia como fuente de riqueza económica. Cuando se presentó el genoma humano, por ejemplo, Bill Clinton y Tony Blair apoyaron públicamente el programa porque conocían perfectamente la importancia, no solo científica, sino económica que tenía para sus propios países. Esa percepción de la ciencia como patrimonio de un país no existe en España. Y lo grave es que un país que no tiene ese conciencia hoy en día está condenado al subdesarrollo.

P Usted ha definido la biología molecular como la ciencia emergente del siglo XXI. ¿Estamos ante una nueva revolución científica?

R Absolutamente. El siglo XX ha sido el siglo de la física y de la química. Ha sido el siglo de los aviones, de los ordenadores, de los coches, de inventos muy importantes. Pero a finales de siglo ha emergido una ciencia que permite al ser humano modificarse a sí mismo. Somos la única especie que tiene esa capacidad y ello nos ofrece un potencial enorme.

P ¿Cuáles son los límites de ese conocimiento?

R Estadísticamente la vida media de una especie es de siete u ocho millones de años. Piense que el ser humano lleva sobre la tierra unos 100.000 años, la cultura humana tiene alrededor de 10.000, el desarrollo tecnológico unos 200 y la tecnología del ADN apenas 20. Es imposible imaginar dónde estaremos dentro de un millón de años. No es una locura decir que en tres o cuatro siglos el hombre conocerá todos los secretos de la biología y podrá modificarse como quiera.

P ¿Qué opina de las leyes que tratan de regular ese potencial de conocimiento?

R Me parecen bien, porque se trata de asuntos que nos conciernen a todos. Es un tema que implica no sólo avances tecnológicos, sino la necesidad de que la sociedad reflexione sobre las consecuencias de esos procesos y regule claramente su uso.

P ¿Hemos avanzado en el estudio de las enfermedades de componente genético?

R Hoy sabemos que el hombre tiene una identidad genética del 50% con el gusano, del 60% con la mosca y de más del 90% con el chimpancé. Muchos de los genes involucrados en enfermedades están presentes en el genoma de las moscas. Esto significa que podemos hacer experimentos con ellas que no serían aceptables en humanos y esto es muy importante para estudiar enfermedades como el Alzheimer, las ataxias o el cáncer. Evidentemente estudiando solo a la mosca no se van a curar estas enfermedades, pero está proporcionando información fundamental.

P ¿Qué opina de quienes se oponen a las plantas transgénicas?

R Es un tema en el que hay mucha demagogia y mucha ignorancia. Las plantas transgénicas pueden ser enormemente beneficiosas y de hecho ya lo están siendo. Evidentemente deben producirse con control, pero hay que saber que son plantas normales a las que se les ha añadido un gen para evitar, por ejemplo, que les afecte una plaga. El hombre lleva miles de años modificando animales y plantas a través de la selección artificial con el añadido de que esas prácticas no se regulaban, al revés que ahora.

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