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Referéndum

Un largo recorrido hasta dar la palabra a los ciudadanos

La agria cumbre de Niza (2000) sobre el reparto de votos en las instituciones comunitarias dejó claro que la Unión Europea necesitaba una profunda transformación de su modus operandi. La respuesta llegó un año después en la cumbre de Laeken cuando, a instancias de Alemania, los Quince socios acordaron iniciar la senda constitucional. Se abandonó el opaco modelo de conferencia intergubernamental seguido hasta entonces para elaborar Tratados tan ambiciosos como el Acta æscaron;nica (mercado único) o Maastricht (el de la Unión Monetaria). Esta vez, una Convención abierta al público, compuesta por 104 miembros presididos por Valéry Giscard d'Estaing trilló el difícil camino. La división de los Quince ante la invasión de Irak por parte de EE UU amenazó el proyecto, pero finalmente la crisis sirvió para que el renacido eje franco-alemán reafirmase su liderazgo en la construcción europea. Sorprendentemente, París aceptó por primera vez perder poder en relación a Berlín. La Constitución otorga a cada país un peso proporcional a su población.

En otro cambio revolucionario, la Carta Magna instaura la personalidad jurídica de la Unión Europea, que a partir de su entrada en vigor podrá firmar tratados internacionales y poseer bienes. Esta configuración de la Unión Europea como un sujeto político propio surgido de los Estados miembros transforma el espíritu comercial y aduanero del proyecto europeo inicial. La profundidad de este cambio, muy superior a cualquiera de los acometidos en anteriores tratados, ha llevado a los líderes de 10 países, entre ellos España, a someter a consulta popular la ratificación de la Constitución. Los Veinticinco la firmaron el 29 de octubre en Roma. Ahora es el turno de los pueblos.

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