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Divisas

Los mercados, temerosos ante una caída libre del dólar

La pronunciada depreciación del dólar en los dos últimos años ha generado incertidumbre en los mercados internacionales. El declive puede acelerar las subidas de los tipos de interés y, con ello, detener el crecimiento de la economía

Las primeras llamadas de atención se registraron en noviembre pasado tras la victoria electoral de los republicanos. Pero las verdaderas alarmas sonaron a finales del año pasado cuando el dólar cayó a mínimos récord frente al euro: 1,3663 por cada unidad de la divisa estadounidense. La semana que termina ha aliviado algo la preocupación, sobre todo la de Europa, ya que el dólar se ha fortalecido, cotizando en el umbral de 1,30 euros.

Sin embargo, la incertidumbre y los problemas de fondo subsisten y subsistirán por largo tiempo. El segundo mandato que inició George W. Bush el jueves pasado viene cargado con objetivos económicos que parecen reñidos con las medidas necesarias para resolver los desequilibrios fundamentales que están en la base de la debilidad del dólar. Como lo indican diversos expertos consultados, el origen inmediato del desplome del dólar se encuentra en el déficit por cuenta corriente, que no cesa de crecer, hasta alcanzar el 6% del PIB. Asimismo, el rojo de sus cuentas fiscales ha proseguido la marcha ascendente iniciada con el masivo recorte de impuestos del presidente Bush, totalizando a septiembre pasado 413.000 millones de dólares, el 3,6% del PIB.

La caída experimentada por el dólar en los dos últimos años ha sido del 35% frente al euro y del 24% respecto al yen. Estados Unidos está abocado a reducir su descomunal déficit corriente aprovechando el menor valor de su moneda, o el dólar podría entrar en una caída libre que provocaría una profunda crisis nacional que golpearía duramente a la economía mundial. Esta segunda posibilidad es la que crea ansiedad en el mundo de negocios estadounidense y a escala internacional.

La burbuja inmobiliaria puede estallar si los tipos de interés siguen subiendo en EE UU y si Europa hace lo mismo

La pregunta que se hacen los empresarios y los especialistas en el tema es hasta qué punto puede ser gobernado el declive del dólar, cuando desde Washington se emiten señales en favor de dos reformas, una fiscal y otra del sistema de pensiones, que amenazan con incrementar el déficit presupuestario. Al mismo tiempo, los datos del comercio no mejoran. A pesar del largo período de caída del dólar, las exportaciones siguen en niveles de hace ocho años y las importaciones siguen incrementándose al ritmo del endeudamiento de empresas y familias.

La doble naturaleza del dólar

A estas alturas, conviene recordar la doble naturaleza de la divisa estadounidense: moneda nacional de la primera economía del mundo y, debido a la ubicación de EE UU en la estructura política y económica global, moneda mundial. Aunque erosionando en su condiciones de reserva de valor por su fuerte desvalorización en los últimos 40 años, el dólar constituye la divisa por excelencia desde el desplazamiento de la libra de esa función y la pérdida de la referencia al oro tras la quiebra del sistema de Bretton Woods en 1971-73.

La posibilidad de un serio dislocamiento del sistema monetario y financiero internacional por la debilidad del dólar ha sido advertida recientemente por el economista jefe de Morgan Stanley, Stephen Roach. Las necesidades de financiación del déficit corriente están conduciendo a una elevación regular de los tipos de interés, con el objetivo de asegurar el ingreso de los 5.000 millones de dólares diarios que necesita el país para hacer frente a esa brecha. Pero, si los tipos siguen ese derrotero alcista, y nada indica que sea de otra manera, un alto porcentaje de deudores dejaría de pagar y se produciría una 'espectacular ola de quiebras' bancarias, advierte Roach.

Pero no todos los expertos tienen una visión tan pesimista. José Juan Ruiz, economista del Grupo Santander para América Latina, confía en que las economías de China y de Estados Unidos, 'responsables de las dos terceras partes del crecimiento mundial entre 1995 y 2002, se ajustarán de alguna manera, en el caso de China apreciando el tipo de cambio de forma gradual para evitar problemas de inflación y sin poner en riesgo su débil sistema financiero'.

En una línea de análisis similar se ubica Emilio Ontiveros, consejero delegado de Analistas Financieros Internacionales (AFI), aunque enfatizando también las dificultades de la economía de EE UU. Ontiveros cree que si bien 'la depreciación está dirigida a bajar el déficit exterior, esto no basta para rehacer los equilibrios básicos de la economía americana, pues la solución de fondo está en eliminar el déficit fiscal'. A su juicio, esta es la peor situación para EE UU y para el mundo, pues todas las expectativas sobre el dólar son bajistas.

Menos tranquilo con el curso de los acontecimiento, José Gijón, profesor de Economía Latinoamericana de la Universidad John Hopkins, se interroga con preocupación por 'qué va a pasar en Estados Unidos con la Seguridad Social y la reforma fiscal. Bush no trae planes para reducir el déficit presupuestario sino todo lo contrario, como lo muestra su plan de privatización del sistema y la reforma fiscal, que supondrían un recorte de ingresos para el Estado', explica Gijón. Y también al igual que Roach, alerta sobre el endeudamiento de las familias, pues cree que la Reserva Federal subirá los tipos y esto contraerá la economía y 'puede hacer explotar el endeudamiento tanto hipotecario como de consumo'.

Si se tiene en cuenta que el consumo absorbe un porcentaje cada vez más elevado de la renta nacional del país y que el 21% de los productos que compran los norteamericanos es importado, los vaticinios de Roach y Gijón no suenan desatinados.

Avanzando un paso más en el diagnóstico de la crítica coyuntura monetaria, el principal economista de Citigroup en España, José Luis Martínez Campuzano, indica que existe 'una desconfianza de los mercados frente a un modelo de crecimiento que se financia a través de la continuada entrada de capitales del exterior, algo insostenible a largo plazo, de ahí la desconfianza del mercado y la depreciación del dólar'. Se impone un ajuste fuerte que equilibre una economía altamente endeudada y dependiente en alto grado de capitales externos, un modelo que se adjudicaba sólo a los países de menor desarrollo.

Hasta el momento, el modelo se mantiene gracias a la masiva inversión de capital europeo y asiático en activos financieros y deuda de EE UU. Los bancos centrales de Japón, China y Corea, que acumulan la mayor parte de sus reservas en dólares, han llegado a esta situación como producto de la desenfrenada emisión norteamericana. En los últimos 18 meses las reservas internacionales han crecido en un billón de dólares. Este ciclo de creación de dinero, bajo la forma de emisión de deuda, es lo que explica la inusual duración que está teniendo el crecimiento en Estados Unidos, basado en un consumo interno sostenido por la succión del 75% del ahorro mundial. Los bancos centrales asiáticos se ven obligados a comprar estos activos en dólares y esterilizarlos para frenar el fortalecimiento de sus monedas, que atenta contra sus exportaciones. Y sus compras van a financiar el déficit corriente de EE UU.

Este fenómeno está en la base de la extraordinaria subida de los precios inmobiliarios en los países en desarrollo tras el desplome bursátil de 2001. Esta inversión alternativa ha generado una burbuja especulativa que puede estallar si los tipos de interés siguen subiendo en Estados Unidos y si cambia la tendencia del coste del dinero en Europa. De allí a la recesión no habría más que un paso, como sostiene Roach.

Los problemas para Europa

Sin que pueda hablarse de recesión, lo que sí es cierto es que la debilidad del dólar está perjudicando seriamente, como otras veces en el pasado, a la economía europea. Aunque el euro fuerte disminuye la factura petrolera de la UE, fundamentalmente obra como un freno para sus exportaciones. Como explica el economista y rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, 'el coste del ajuste que debe hacer Estados Unidos está recayendo fundamentalmente sobre Europa', un criterio que comparte también Ruiz. Las desventajas de un euro fuerte dificultan las exportaciones y alientan las importaciones de Europa, con lo que se genera una pérdida de competitividad con los productos estadounidenses y asiáticos', precisa Berzosa.

Pero la caída del dólar es una condición necesaria para devolver al equilibrio a la mayor economía del mundo. Claro que necesaria no es lo mismo que decir suficiente. La profundización de la política económica actual anunciada por Bush (reforma fiscal, privatización de la Seguridad Social, aumento del presupuesto militar) no va en el sentido de un ajuste sino todo lo contrario. Desde este punto de vista y aunque no sea lo que ocurre en estos últimos días, no se puede esperar otra cosa que una mayor desconfianza del mercado y una mayor depreciación de la divisa. Esto tensará aún más al sistema financiero y las relaciones comerciales entre los Estados.

Una intervención mancomunada de los bancos centrales Europeo y de Japón y una eventual decisión china de apreciar el yuan, podrían servir para distender la situación. Pero sin el concurso y la colaboración de Washington no habrá solución estable. Una nueva versión del acuerdo del Hotel Plaza de 1985, que sirvió para dejar atrás la etapa conocida como del superdólar, podría avizarse en el futuro, según los expertos consultados. Pero para llegar a una salida tan extrema el dólar debería caer mucho más. Una posibilidad en la que nadie quiere pensar seriamente.

'Estados Unidos no es Argentina'

¿Podría sufrir EE UU una crisis como la experimentada por algunas naciones emergentes en la última década? La pregunta era formulada esta semana por The Wall Street Journal. La cuestión no surge de la nada, sino de la comparación entre los altos déficit presupuestario y por cuenta corriente que afectaba a naciones como México, Brasil o Argentina antes de las devastadoras crisis de 1994, 1999 y 2001, y las astronómicas cifras deficitarias que exhibe Estados Unidos.Mientras el periódico de Wall Street no lo ve probable por el momento, José Juan Ruiz lo descarta por completo. 'Hay una tentación a dramatizar que el déficit corriente estadounidense del 6% del PIB va a producir un colapso de la economía mundial. Pero las economías desarrolladas, más aún la de Estados Unidos, no funcionan con saltos a la argentina, sino de medidas graduales de ajuste', afirma Ruiz.A su juicio, 'la sanidad pasa por un mensaje claro de reducción del déficit público a medio plazo y en ir reduciendo así las necesidades de financiación exterior, lo que no se hace bajando impuestos e incrementando el gasto militar en forma tan brutal como se viene haciendo hasta ahora'. A pesar de ello, Ruiz apuesta por una mejora en el mediano plazo.

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