Las bajas médicas caen a la mitad en Alemania por temor al paro
La sociedad alemana se ha sentido tradicionalmente orgullosa de la seguridad del empleo en su mercado laboral, pero los buenos tiempos del Estado de bienestar comienzan a ser algo del pasado. La evolución de las bajas por enfermedad, muy sencillas de conseguir en Alemania, demuestra que los alemanes tienen cada vez más miedo a perder su puesto de trabajo. Según datos publicados recientemente, el número de días de baja médica por año y empleado pasó de una media de 25 en 1991 a 13,5 días en 2003. Entre enero y octubre de 2004, los alemanes faltaron al trabajo por enfermedad una media de 10,8 días, un 10% menos que un año antes. Hay otros factores que explican la caída, como la disminución de la cifra de enfermos crónicos en activo.
Pero los expertos reconocen que el miedo a quedarse sin empleo desempeña un papel importante. En la misma línea, el sindicato DGB anunció que los trabajadores germanos han renunciado este año a un total de 75 millones de días de vacaciones, 2,2 días por persona, por el temor de acabar en el paro.
Y razones no faltan, dada la situación del mercado laboral alemán. El fabricante de automóviles Opel es el último caso de una larga lista: la compañía suprimirá unos 10.000 empleos en Alemania dentro del plan de saneamiento de General Motors, su casa matriz, en Europa. Recientemente, el grupo químico Basf anunció un recorte de 3.000 puestos de trabajo en su sede central, mientras que el banco Deutsche Bank dijo que reducirá su plantilla alemana en 1.900 personas. El desempleo en Alemania alcanza ya a un 10,8% de la población activa y numerosas industrias han decidido trasladarse a países del Este, a sólo unos kilómetros de la frontera germana y con costes laborales más bajos. Los empresarios piden flexibilidad y jornadas más largas, medidas que muchas empresas han adoptado ya.
El sindicato Verdi acusa a Lidl de implantar un clima laboral de 'terror' y la compañía replica que ha creado 20.000 empleos en el mercado germano en los últimos tres años
Por ello, el escándalo de la cadena de supermercados Lidl, conocida por sus bajos precios, ha sido interpretado por muchos como un ejemplo de cómo el temor a perder el empleo está provocando abusos. El sindicato alemán Verdi ha presentado un demoledor informe en el que acusa a Lidl de basar su reciente expansión (la firma está presente en casi todos los países europeos, entre ellos España) en la explotación de sus empleados.
El estudio, que se limita a Alemania, afirma que Lidl ha creado un 'clima de terror' en sus establecimientos. Los empleados son controlados permanentemente para detectar robos o enfermedades fingidas y trabajan horas extras que nunca cobran. Todo ello, con condiciones agotadoras. Las cajeras, por ejemplo, deben escanear 40 artículos por minuto y la empresa introduce de vez en cuando 'compradores trampa' para ver si descubren los hurtos pese al rápido ritmo de trabajo. Verdi acusa además a Lidl de impedir la creación de comités de empresa. La compañía rechaza el informe y ha denunciado 'una campaña de difamación'.
El director de la fundación Lidl, Klaus Gehrig, reconoció que pudo haber 'fallos eventuales' derivados del rápido proceso de expansión, pero, en ningún caso, se trata de algo generalizado. Lidl ha lanzado además una campaña en la prensa germana en la que recuerda que ha creado 51.000 empleos en los últimos tres años, 20.000 de ellos en Alemania, más que ninguna otra compañía.